El Caso de Forlatt [2# De la Trilogía "Casos"]

Capítulo 3: ''Vaya, alguien más puntual que yo''

Mis oídos captaron distorsionadamente un amargo sonido proveniente de la puerta de mi habitación. La puerta se abrió por completo, despertándome poco a poco. Escuché pasos rápidos y fuertes, supuse que era Henry. Escuché de fondo como sonaba la persiana al subirse, Henry no era nada cuidadoso en este aspecto. Siempre hacía ruido, y le daba igual que la gente a su alrededor estuviera dormida o no. Era algo que me molestaba mucho de él, se lo había dicho varias veces, pero él hacía caso nulo a mis quejas. Refunfuñé molesta por el sol que entraba en mis ojos fuertemente. Los abrí y lo primero que vi fue a mi hermano con los brazos cruzados, parado en frente mío, mirándome con una cálida sonrisa.

-Buenos días, princesa-se acercó a mí despacio. Su relajada voz me hacía feliz, me sentía bien, después de tanto tiempo-. El desayuno está listo.

Me quité la manta muy emocionada y me levanté. Vi como Henry rodeaba la cama felizmente y salía de la habitación pegando saltitos de alegría en cada paso que daba. Le seguí y bajamos a la cocina, donde toda mi familia nos esperaba sentados en la mesa. Hablando de cosas triviales. Comiendo con felicidad todo tipo de cosas, tortitas, cereales, tostadas, etc. Todo lo bueno que puede haber en un desayuno. En la cocina se encontraba una mesa enorme donde hallaba toda la comida y yacían sentados amigos y familia. En ella se encontraba Helena, Dan, Diana, Jane, Mike y lo que más me sorprendió, fue ver al fondo a Jack hablando animadamente con Evan y Kivnne. Parpadeé dos veces, ¿cómo era posible que ellos estuvieran ahí? ¿Acaso Henry o Helena los conocían?

De pronto todos se callaron. Un silencio profundo y siniestro inundaba la cocina. No me dio tiempo ni a pestañear dos veces y me di cuenta de que todo el mundo me estaba mirando. Me sentía cohibida, desprotegida, sentía miedo. Era una sensación muy similar a la de mis ataques de pánico.

-Eva...-susurró alguien en mi oído. Me giré asustada y vi a Noah detrás de mí-, Eva...-volvió a llamarme en un susurro.

-Eva-habló Helena.

- ¡Eva! -gritó Henry, y después Mike, y Jane, y Jack. No paraban de gritar mi nombre, ahora todos lo pronunciaban al unísono. No podía moverme, estaba paralizada. Me tapé los oídos, era el único movimiento que mi cuerpo me permitía realizar.

Caí de rodillas rendida, no podía más. Y ahí entonces, me desperté...

- ¡Aah! -grité en un suspiro. Noté como el sudor recorría mi rostro, me dolía la cabeza y notaba la garganta seca. Pedía agua a gritos. Me senté correctamente en la cama, respirando agitadamente. Respiré hondo tocándome la cara, no me acordaba de nada, solo unos recuerdos vagos de cuando me desmayé y me peleé con todos. Estaba agotada y cansada, quería seguir llorando. Miré hacia la mesilla. Vi el blíster el cual contenía Melatonina. Y luego mis ojos recorrieron todo el mueble hasta llegar a la alarma. Las 6:00 am. Los recueros de ayer me vinieron a la mente de golpe, ¡tenía que ir a trabajar! Y era mi primer día, no podía fallar a mi jefa. También quería demostrarle a Evan que podía ser mejor cajera que él. Me restregué los ojos con las manos para poder despertarme del todo. La pesadilla de anoche no me dejó descansar muy bien. Me puse recta preparándome para mi nuevo día y suspiré. Con calma me levanté de la cama, estaba mareada. Con el coletero que yacía en mi muñeca me hice un moño mal hecho para estar más cómoda. En el momento en el que me puse las zapatillas de estar por casa escuché unos golpecitos provenientes de la puerta de mi habitación. Cuando abrió la puerta me di cuenta de que era Henry, me sonreía compungido.

-Buenos días, peque-se acercó a mí a paso lento-, ayer intenté llamarte para cenar y me di cuenta de que estabas casi inconsciente, casi nos da algo-dijo con tranquilidad. Con ternura y culpabilidad me tocó la cara-, luego me di cuenta de que fue la melatonina, y supuse que tuviste un ataque. No te culpo-afirmó.