Me levanté como de costumbre al escuchar el sonido del despertador. Otro monótono y aburrido día de instituto. Odiaba ir a ese sitio, no me sentía querida, todos me hacían sentir mal de una u otra forma. Parecía que se sentían bien así, queriendo ser superiores a los demás. Que pena daban. Desayuné y me arreglé lo más rápido posible, pero llegaba tarde como siempre. Iba corriendo cuando de repente me choqué con alguien. Y entonces le vi. Era el chico más perfecto que había visto nunca. Pero volví a la realidad, yo sería la última persona en la que se fijaría ese chico.
Entré a clase y me senté. Abrimos el libro y el profesor me sacó a la pizarra para corregir, me dispuse a ir, pero a mitad de camino alguien me puso la zancadilla y me caí de boca y entonces escuché a alguien decir: ¿Qué, Adriana, tu barriga te impide verte los pies y donde pisas? Todos rieron, excepto yo, que salí corriendo de la clase antes de que se me saltaran las lágrimas delante de todos. Me senté en el suelo de uno de los pasillos, llorando, con la cabeza apoyada en las rodillas. Y escuché una dulce voz que me preguntaba que me pasaba.
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Mi mejor medicina eres tú
RomanceAdriana iba a un colegio de pijos, donde cualquier persona que no fuera un fideo, era gorda. Cualquier persona con granos era apodada la paella o la cara-volcán. Donde valía más el físico que la personalidad. Adriana sufría ese acoso pero pronto, co...