♛ 08. Sin sentimientos

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JULIETTA

Un movimiento a mi lado interrumpió mi sueño, Even intentando irse sin despertarme. Envolví mis brazos entorno a su cintura con fuerza, impidiendo su huida, ladeó su rostro para mirarme, revoloteé mis pestañas devolviéndole una mirada inocente.

—¿Planeabas irte sin despedirte?

—Vuelve a dormir, Julietta.

Negué lentamente, lo tumbé de espaldas y me subí encima de él, restregándome con descaro. Odiaba el pijama de pantalón largo y camiseta que me hizo usar, me impedía jugar con su auto control. Su jadeo me hizo sonreír, intenté besarlo y giró su cabeza con un gruñido. Maldito, sabía que yo era su igual. Ambos podíamos jugar al juego de poder.

—Tengo tanto calor —musité como si me doliera, levanté mis brazos y me quité la camiseta, dejando que mis tetas que cabían perfectamente en sus palmas cayeran con  gracia y un revoloteo mínimo —. Justo aquí —señalé, pasando ambas palmas por mis pezones erguidos y bajando mis manos hasta entrar una dentro de mi pantalón y rodear mi clítoris necesitado. Gemí —. Y aquí, mucho más aquí.

—Maldita mujer —gruñó, con el rostro contraído y las manos en puños, luchando contra su gran deseo que empezaba a empujar debajo de mí. ¿Quién intentaba resistirse a quién?

Rodeé sobre él sin quitar mi mano que hacía círculos sobre mi botón de nervios y un sonoro gemido escapó de mi garganta, la lucha murió en ese momento en sus ojos, sus fuertes manos me agarraron de las caderas y me colocó debajo de él, presionando contra el colchón. Mi sonrisa de victoria fue aplastada por sus labios, me besó con fuerza, arrastrando un fuego consumidor por todo mi cuerpo mientras sus labios mordisqueaban los míos y su lengua calmaba luego el leve escozor que sus dientes dejaban.

Sus labios bajaron a mi cuello, besó con grandes lamidas y succiones que me sacaron de mi cuerpo y me convirtieron en un ente de nervios y suspiros. Luego, embistió sobre mí sin quitar la ropa de ninguna creando una fricción deliciosa que me hizo suplicar por más.

—Eres tan malditamente adictiva —susurró sobre mi piel, su miembro rodó una vez más sobre mi parte intima, y otra y otra vez en un ritmo consecutivo que pretendía volverme loca, creando la presión justa sobre mi botón que ansiaba su boca para calmarse.

—Más —pedí, sin aire, moviendo mis caderas para aumentar la sensación.

—Shh —musitó, con su mano derecha levantó mi pierna y se acomodó de modo que sentí como si la ropa hubiese desaparecido, una gran mancha húmeda se había instalado en mi pantalón blanco —. Vas a correrte, lo prometo. Pero, debería castigarte un poco, ¿no crees? Por jugar con mi autocontrol.

Enarqué una ceja en medio del éxtasis.

—No te conviene jugar con una mujer a punto de venirse, Even.

Ralentizó el ritmo, a lo que gruñí.

—¿Por qué no?

—Porque me pongo violenta.

—Me gustas violenta —medio sonrió.

—¿Ah, sí?

—Sí —rodó su polla con parsimonia.

—Vamos a darle el placer, su alteza —incliné la cabeza en reverencia con una risa socarrona y lo empujé lejos de mí, su aturdimiento me dio la oportunidad de patear el pantalón de pijama lejos de mi cuerpo, quedando desnuda completamente delante de él, sus ojos se abrieron por completo, intentó tirarme la sabana encima a lo que me reí, saqué la daga que tenía debajo de la almohada y lo tomé del cuello, amenazándolo con mi arma blanca y dejándolo debajo de mí.

Los reyes de la traición  [SPIN OFF]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora