Chigiri Hyoma, un joven de 23 años se encontraba en el negocio familiar, una floreria, el reloj de la pared marcaba las 4:49 de la tarde, faltaban 11 minutos para cerrar, lo esperaba con ansias, no lo mal interpreten ama ese trabajo pero hoy fue un día pesado, primero llegó una señora indecisa que para rematar se quejaba de todos los precios, luego vino un niño a preguntarle si podía comprar unas flores con papel de baño, a lo cual negó y tuvo que explicarle al infante cómo funcionaba el mundo exactamente y por último pero no menos importante un hombre raro preguntando por su hermana, eso le dejara pesadillas. Suspiro, volvió a ver el reloj y ya faltaban 8 minutos, vaya que el tiempo pasaba lento, el sonido de la puerta lo alertó y se paró de su silla a atender a su cliente, era un hombre alto, joven y atractivo, pero claro no mezclaría sus emociones con el trabajo así que se dispuso a ayudarlo.
—Buenos tardes, ¿en que puedo ayudarlo?—el hombre lo miro de arriba abajo, eso lo puso nervioso.
—¿Tienes girasoles?—asentí—Dame un ramo de girasoles por favor—asentí otra vez, al menos era algo sencillo, me dispuse a buscar las flores acordadas por el cliente, comencé a cortar el tallo y limpiar adecuadamente, empecé a armar el ramo y al final amarrarlas flores con hilo de rafia para después volver a envolver con papel marrón claro.
—¿Desea pagar en tarjeta o en efectivo?—deje a un lado delicadamente el ramo para mirar directamente al hombre.
—Efectivo—sacó su billetera y me pasó 10 dólares, iba a buscar el cambio mientras veía cómo el contrario agarraba el ramo—Quédate con el cambio, gracias—salió de la tienda y me quede un rato mirando la puerta, suspire y apoye mi mentón en mi mano, ojalá vinieran mas personas educadas y lindas a la florería, la puerta volvió a abrirse haciéndome sobresaltar.
—Hyoma!!—reconocí esa voz, era de mi hermana—¿Por que aún no cierras, son las 5?—mire el reloj, era cierto—Te ayudaré a cerrar y luego vayamos a casa—asentí.
—Un chico vino preguntando por ti—mi hermana me miró confundida.
—Quizás es un cliente que atendí—volteé a ver a mi hermana ante tal estupidez.
—Si pero creo que tenía otras intenciones, era un idiota—ella se acercó a mi y removió mi cabello.
—No te preocupes, sabes que practico karate y además tengo un hermanito que me defiende—mis mejillas se colorearon de vergüenza.
—Mejor terminemos de cerrar—me dijo con una sonrisa mientras reía por lo bajo ante mi vergüenza.
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Entregó los girasoles a la mujer y la abrazó, ella sonrió y correspondió su abrazo.
—Me da gusto que vinieras, Rensuke—olió las flores y su sonrisa volvió a aparecer—Que lindos girasoles, donde los conseguiste?—rasco su cabeza.
—En una florería que queda cerca de la oficina—.
—Son lindas y tienen un olor agradable—la mujer se veía muy feliz quizás volvería a ese lugar, si hacía feliz a su madre volvería con seguridad.
—Que ha dicho el doctor?—preguntó a su hermana mayor que se encontraba ahí también.
—Dice que ha mejorado pero aún tienen que tenerla en supervisión—asentí mire a mi al rededor pero no estaba mi otra hermana—Por cierto iré a buscar a Kaori, aun debería estar en la secundaria—asentí y la adulta fue en busca de su hermana menor.
—Rensuke no puedas conocer a alguien?—miro con nervios a su madre.
—A que viene ese tema repentinamente?—su última relación fue en la secundaria y digamos que no termino muy bien, después de eso decidió concentrarse en sus estudios y las prácticas de fútbol.
—últimamente te vez más decaído, no te estoy presionando pero si te sientes solo puedes buscar compañía y no necesariamente tiene que ser una pareja, sal con tus amigos un rato y diviértete, aun eres joven—su hijo asintió.
—No te preocupes mamá yo estoy bien—con que una pareja, eh? Sonaba tonto, no buscaba eso en estos momentos.
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