―¡Oh, estás aquí! Ven, ven, te guardé tus frutas y verduras.
Le sonrío.
―¿Lo vendes a lo mismo?
―Sí, siguen al mismo precio.
Pelo mientras observo otras frutas de su puesto.
―¿Están ricas?
―¡Deliciosas! ―No miento, de verdad que las frutas que vende la señora son asombrosas.
―¡Por supuesto, el dueño las cosecha cuando están maduras y jugosas! ¿Cómo va el negocio?
Me lo pienso un momento, recordando cómo iba el negocio.
Había abierto una florería en el pueblo hace algunos años. Si la tradición del cuidado de plantas y demás del abuelo debía seguir hasta que muera, bien podría hacer de ello un negocio. Lo bueno fue que las flores eran muy compradas en el pueblo, incluso recibió la atención de un empleado de una oficina de eventos que andaba en búsqueda de hacer conexiones.
―Muy bien, gracias por preguntar. Recibí un pedido de flores hace algunos días, para un boda ―aclaro a la mirada curiosa de la señora Nori.
―Me parece perfecto, tu abuelo habría estado feliz. ―La señora sonrió con su mirada amable y dulce, mostrándose joven y humilde con su cabello rizado completamente blanco por las canas―. Estoy feliz por ti, Yuuji. De que sigues adelante. Eso.
―Estoy aquí también por su apoyo.
―Fue agradable verte más seguido por aquí. Aún no me dices qué cambió en ti.
―Crecí, creo.
Y es verdad.
El abuelo había muerto cuando tenía quince, no busqué nada que pudiera ayudarme, prácticamente me aislé de todos incluso de la señora Nori. Pero después... No pude continuar estando solo, necesitaba la compañía de alguien, relacionarme con los demás, era alguien muy sociable, vivir un año sin contacto y sin el afecto fue suficiente para generar malos pensamientos.
―Debo agradecer a esos chicos que cayeron en tu hogar. ―Miro a la señora Nori con sorpresa y ella sonríe―. No creas que no me di cuenta, lo escuché del dueño de las termales.
―No fue por ellos, solo era joven.
Aun así la señora Nori no me creyó.
―De cualquier forma, les agradezco porque después de eso bajaste y me lloraste toda la noche.
―Yo no...
―Ay mi niño, te me pones rojo por todo.
―Bueno... yo... ¡Gracias por todo! ¡Me voy! ¡Adiós señora Nori!
―¡Ten cuidado de no caerte!
Me apresuro a alejarme del puesto de la abuela, acelerando por entre los aldeanos mientras intento enfriar mi rostro con el aire fresco. Las ruedas de la bicicleta se arrastran por el suelo con fuerza. Y pedaleando en dirección a mi casa recuerdo que han pasado cuatro años desde que vi a ese grupo de chicos... a ese hombre.
Me río de vergüenza cuando pienso en lo que dije. Nunca regresó. Así como no lo hizo, yo intenté no esperar demasiado.
Sin embargo, es difícil ignorar la esperanza de volverlo a ver.
Incluso hasta entonces no sé qué me pasó por la cabeza.
O por qué sigo esperando por él.
Pero pienso en su espalda y siento que es lo correcto; esperar por una persona que necesita de cuidado no es algo que deba olvidar rápido.
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Una soledad dulce
FanfictionSus hombros comenzaron a temblar y temí lo peor, pero pronto una risa brotó de su boca que me hizo avergonzar. Y la sonrisa en sus labios después de que giró hacia mí fue más deslumbrante que el sol de esa tarde. ☆ Imagen, crédito a su respectivo au...