1. No podemos parar ahora

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Ni siquiera Jesse sabía cómo habían llegado a aquello. Los dos hombres rodaban por el suelo como dos bolsas de basura y ya no se sabía si aquello era una pelea o una caída fortuita de dos ancianos en un centro de la tercera edad. Jesse se preguntaba qué pasaría a continuación, mientras intentaba separarlos, pero sus intentos parecían enfurecerlos más, por lo que llevaba ya rato sin mediar palabra e ignorando a aquellos dos garrulos. El señor White se levantó por fin del suelo y cuando parecía que no iba a volver a golpear a Mike, el susodicho que aún trataba de dejar el suelo, le tira de la pierna al señor White y lo vuelve a tumbar de espaldas con todo su peso a plomo golpeándose la cabeza. Jesse, harto de la situación, pega un grito tan fuerte que los deja ensordecidos y les chilla que si no paran ahora mismo, no volverán a verlo jamás ninguno de los dos. Ante estas palabras, los hombres miran al enojado muchacho y creen ciertas sus palabras al observar esos hermosos ojos azules llenos de rabia y rencor contra ellos. Pretenden empezar con palabras de disculpa, pero Jesse los expulsa a ambos de su casa, con ganas de darles sendas patadas en sus fofos traseros.

Días después, Jesse aún no ha tenido noticias de Mike, pero el señor White se planta en su casa la misma noche tras el día de la pelea para entablar conversación con el jovencito y comprobar si sigue enfadado. Cuando se da cuenta de que no es así, intenta un acercamiento para acariciar el rostro delicado del muchacho, pero comete el error de nombrar a Mike, con lo que consigue alejar a Jesse de sí. El chico despotrica durante largo rato sobre lo patética que fue la pelea y lo confuso que llegó a sentirse con todo lo contecido, pero el señor White lo toma con algo de violencia de los hombros y mirando fijamente los ojos de Jesse le confiesa que lo hizo por celos. Celos que lo cegaron y lo volvieron violento al ver como Jesse lo acompañaba a cada sitio que iba por mandato de Gus, en vez de quedarse a su lado cocinando como debería haber sido. Jesse lo mira algo asustado y pretende zafarse de su agarre, pero el hombre intensifica la fuerza y lo besa sorpresivamente introduciendo la lengua en la cavidad bucal del rubio. Miles de preguntas pasan por la cabeza del joven, pero nunca ha sido mucho de pensar... y prefiere dejarse llevar por las sensaciones, que ahora ciertamente son muy agradables. Sentir las manos fuertes del señor White presionando sus hombros y el vello facial del hombre en sus labios, hace que tenga repentinamente una semierección y se pega al cuerpo del mayor para sentir algo de alivio y un mejor contacto. El señor White no lo aleja, sino que lo toma de la cintura y lo besa más ardientemente, penetrando su boca con esa lengua vigorosa y haciéndole dar vueltas la cabeza por la falta de aire. Sus brazos se colocan por inercia en los hombros del hombre y sus bocas siguen rozandose y compartiendo fluidos cada vez más abundantes. Jesse intenta seguir el ritmo impuesto, pero pronto se encuentra jadeando como si hubiera corrido un sprint. El señor White lo empuja al único sofá de la estancia y le comienza a despojar de la camiseta y demás ropas, dejando al muchacho como su madre lo trajo al mundo. Hace mucho que no consume, pero ahora desearía tener un poco de meta para no sentir vergüenza de su esquelético cuerpo. El señor White lo mira con tanto deseo que hace que Jesse se olvide de todo y se siente tan sucio pero deseado y atractivo a la vez que dejará que el señor White vuelva a usarlo como le venga en gana, como siempre hace...

 El señor White lo mira con tanto deseo que hace que Jesse se olvide de todo y se siente tan sucio pero deseado y atractivo a la vez que dejará que el señor White vuelva a usarlo como le venga en gana, como siempre hace

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