Okita

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Mientras gran parte de los Einherjar estaban presentes en el Consejo, dos de ellos se encontraban en la mansión del Edén.

Okita Soji dormía tranquilamente en su habitación acompañado por su amigo y vicecapitán Kendo. Su Valkiria se encontraba en la planta baja preparando algo para comer para ambos.

El humano mayor no se apartó de la habitación desde que Simo Haïya llevó al samurái a la mansión. Le preocupaba no solo sus heridas sino también las consecuencias emocionales que pudiera experimentar.

Cuando lo conoció, supo que cargaba con una infancia dolorosa. Todo el mundo lo llamaba el niño demonio y luego de verlo luchar, entendió aquel sobrenombre.

-"Si Okita hubiera podido defenderse, el dios nórdica no hubiera podido lastimarlo" - pensó el humano.

Quería acabar con ese dios. Quería destruir a quien fue capaz de abusar de su capitán. Recordaba las marcas en su piel, su respiración tenue, su vestimenta deshecha.
Ni siquiera estaba consciente.

Kendo miró hacia donde estaba Okita.

-Sí tan sólo hubiera estado con usted, no le habrían hecho daño- dijo

El vicecapitán sentía una profunda admiración por el samurái.
Amaba su entrega total en cada entrenamiento, su valor y sed de lucha.
Para Kendo, Okita era la encarnación de un verdadero guerrero.

En ese instante, el humano vió cómo el espadachin menor fruncía el ceño dormido.

-"Otra pesadilla"- pensó mientras se acercaba a la cama. Últimamente solo había tenido pesadillas.

Levantó su mano para tocar aquel semblante con cuidado. Apartó un poco de los cabellos azabaches que estaban dispersos sobre la almohada.

-Capitán, debes recuperarte. Todos estamos esperándote. Los Einherjar y los Shinshegumi haremos que los culpables paguen por su crimen- dijo.

Estuvo presente cuando la Valkiria les pidió a los luchadores ir con ella al Consejo. Permitió que las valkirias de Okita Soji y Sasaki Kojiro permanecieran en la mansión para seguir cuidándolos.

Con una mirada rápida vió que ya no había agua para darle a su amigo cuando tuviera sed así que decidió salir de la habitación para buscarla.

Unos segundo después, Okita se quedó solo.

Desde la ventana, una figura ingresaba hacia el interior. Había esperado su oportunidad y tuvo que contenerse cuando aquel humano se acercaba a su rival.

Rápidamente, caminó hasta la cama.
Una vez allí, sintió cierto malestar por sus recuerdos.
Delante de él estaba el humano que lo tenía obsesionado, al que había forzado para volverlo suyo. Y la razón por la que no podía seguir viviendo como lo hacía.

¿Culpa? ¿Arrepentimiento? Todo era parte de una mezcla confusa de emociones para él. Siempre obtenía lo que deseaba porque utilizaba sus propias habilidades.

Pero ahora veía las consecuencias en el cuerpo ajeno. En un cuerpo que anhelaba profundamente.

Se acercó al humano dormido con su mano e intentó tocar el rostro de Okita pero éste, como si supiera sobre su presencia en la habitación, tembló ante el contacto.

-Realmente me odias - dijo Loki con cierto matiz de dolor - debes hacerlo. Yo te hice todo esto, pequeño. Quería tenerte y que nunca me olvidaras. Quería ser parte de ti y que fueras mío porque a pesar de tu sufrimiento seguías luchando.

Acercó uno de sus dedos a sus labios.

-Realmente quería destruirte pero cuando besé tus labios, solo quise más. No pude contenerme y cuando sentí tu cuerpo, tus latidos junto a los míos sentí el mayor placer de toda mí existencia.

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