unholy virtues |Hyunlix|

III.

"Entonces, ¿estás diciendo que no puedes decirme qué es lo que estoy buscando, solo que es una 'parte de ti'?" Hyunjin preguntó, un cierto nivel de incredulidad deslizándose en medio de la notable impaciencia de su tono de voz.

Felix había aprendido varias cosas en los últimos días, una era que Hyunjin todavía se negaba rotundamente a alimentarse directamente de él, su serie de torpes pajas y momentos en los que casi tenían sexo intercrural los habían dejado tanto frustrados como decepcionados. Bromeó una vez sobre que no creía que pudiera haber convocado a un demonio más santurrón, y Hyunjin parecía listo para arrancarle la cabeza de un mordisco por ello.

Otra era que Hyunjin era prácticamente la definición de "no se permite diversión", algo que Felix había comentado más de una vez que era muy poco "demoníaco" de su parte. No beber, no acostarse tarde, ni despertar tarde; casi al amanecer, sin importarle que tuviera resaca o no, Hyunjin lo había despertado y le había pedido pistas más detalladas sobre qué era exactamente lo que estaba buscando. Después de todo había pasado media semana y hasta el momento no tenía respuestas genuinas, Felix finalmente se hartó y lo arrastró a su cafetería favorita, en donde comenzó una conversación muy difícil.

"No es realmente algo que tenga una forma exacta y que pueda poner en palabras físicas", suspiró el pecoso con frustración pasajera. "Todo lo que puedo decirte es que cuando lo encuentres, estará en una caja sellada con símbolos babilónicos y no podrás abrirlo".

"Así que estoy buscando una caja", intentó aclarar Hyunjin, aferrándose al más mínimo detalle que podía obtener. Cuanto antes se resolviera este contrato, mejor, después de todo.

"...Tal vez", respondió Felix, frunciendo los labios. "Ahora que lo pienso, no estoy seguro de en qué está. ¿Tal vez una bolsa? O puede que en un frasco..."

"¿Ni siquiera sabes en qué está almacenado y no puedo abrirlo?" El demonio estaba mirando con clara incredulidad ahora, su escepticismo se desvaneció en un suspiro frustrado.

"Confía en mí, ¡lo sabrás cuando lo encuentres! O cuando encuentres a la persona que lo tomó." Felix no pudo evitar sonreír un poco, a pesar de la aparente urgencia de la situación que ya había dejado claro antes, no había podido responder muy seriamente a la mitad de las preguntas que Hyunjin le hacía al respecto. Estaba haciendo que el demonio comenzara a dudar de la sinceridad de por qué fue convocado en primer lugar, a pesar de que el invocador no podía mentir sobre sus intenciones al convocar un demonio. Aunque Felix no le estaba diciendo qué era, alguien le había robado algo y necesitaba ayuda para recuperarlo.

Medio rodando los ojos, el demonio se dejó caer en su silla, preguntándose si el castigo de romper un contrato valdría la pena. Sólo una vez.

"No soy como tú. Consumir comida humana no me beneficiará, y la energía del sexo no me sostendrá en este ámbito para siempre", murmuró Hyunjin en voz baja, mirando fijamente el macchiato de triple chocolate del pecoso con más crema batida de la que debería ser humanamente posible consumir.

"Lo sé", tarareó Felix en respuesta, tomando un sorbo de la bebida excesivamente dulce, manchándose el labio con la crema batida mientras suspiraba de satisfacción; la indulgencia podría ser un pecado en sí mismo. Aún así, después de todo, sus ojos se alejaron de Hyunjin y los pasó por encima de la multitud. A pesar de lo tonto y alegre que solía ser su invocador, en momentos como este, incluso el demonio no podía decir en que estaba pensando el contrario. Tan rápido como pensó que podría ser algo serio, el pecoso destrozó cualquier posibilidad de que esto fuera así con una repentina sonrisa en su dirección.

El demonio se burló de la sugerencia del menor. "Jódete."

"¡Eso es lo que estoy tratando de hacer que hagas!" Felix declaró, esta vez un poco demasiado alto. "Si de verdad te acostaras conmigo-" Empezó, sin ninguna intención de bajar el tono. Hyunjin se enderezó y cubrió la boca del menor a través de la mesa antes de que pudieran atraer una mirada de desagrado de cualquier otra persona en el café.