Hayden, un chico de 17 años, alto, de cabello rubio y deportista, tenía toda su vida planeada. Estaba profundamente enamorado de su vecina Ivy, una chica algunos años mayor que él, con una belleza innegable. Aunque no habían tenido mucha interacción...
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¿Nunca te han preguntado? Si te dieran la opción de leer un libro que narrara toda tu vida, ¿lo leerías?
Conmigo nunca hizo falta aquello, ya que yo escribí mi propio libro.
Siempre creí muchas cosas sobre mí, mi futuro. Sabía cuáles eran mis metas, imaginaba mi futuro, sabía hasta la ropa que usaría al otro día, lo que comería y haría. Todo estaba escrito en mi mente, pero quién diría que sería en una noche lluviosa, cuando el sonido de las gotas golpeando el pavimento resonaba en mis oídos y el frío se colaba por mi ropa mojada, que olvidé las llaves de mi casa después de llegar de unas prácticas de voleibol, herido y sin mis padres en casa. Sentí una mezcla de desesperación y alivio al ver la luz encendida en la casa de mis vecinos, sabiendo que encontraría refugio allí.
Mi mundo empezaría a cambiar, y el futuro que había escrito con crayones y tinta se desvanecía como un sueño lejano, convirtiéndose en garabatos de tinta en un papel empapado por la lluvia. El libro de mi vida, que antes era un mapa claro y definido, se transformaba en un laberinto de tinta, donde cada paso me alejaba más de lo que creía conocer.
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