Capítulo 14: "Amigo"

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Mi celular vibra en mi bolsillo mientras pido mi comida preferida, un sándwich de carne. Es un mensaje de Caleb:

"Hola, princesa. Tengo la tarde libre, ¿Quisieras ir a comer algo y ver una peli?"

Guardo el celular y voy a sentarme junto a mi madre -sabes que te amo ¿no?

-¿Qué quieres?- responde tras darle un mordisco a su hamburguesa.

-¿Crees que podría salir más temprano hoy? Caleb quiere que vayamos a comer y a ver una película.

-Eso no depende de mí, Kate. Tienes que pedirle permiso a la Señora Morgan, pero si estuviera en mis manos diría que no.

-¿Por qué?- le doy un mordisco a mi sándwich.

-Tienes que aprender a ser responsable y cumplir tus horas laborales, no irte cada vez que te inviten a salir.

Detesto admitirlo pero... tiene razón.

-Claro que puede ir, es joven. Déjala que se relaje, además, hoy llegó más temprano de lo esperado- dice la Señora Morgan sentándose junto a nosotras y guiñándome el ojo, de nuevo aquella imagen de ellos dos sobre mi escritorio follando como conejos.

-Muchas gracias- respondo guiñándole el ojo.

Saco mi celular y escribo una respuesta:

"Me encantaría"

Dos minutos después recibo respuesta:

"Paso por ti en quince minutos"

Vaya, que rápido.

Terminamos de almorzar y nos vamos. Mientras caminamos por el pasillo hablamos sobre un tipo que mi madre conoció, dice que todo va muy bien y que posiblemente lleguen a algo más. Estoy feliz por ella.

-Buenas tardes.

Mi corazón da un brinco.

Respondemos de igual manera, Adam estrecha la mano de mi madre y la mía, todo va bien entre ellos, pero yo me siento incomoda.

-Ya me voy- aviso a mi madre.

-Te quiero temprano en casa, necesitas dormir bien.

-No soy una niña- respondo riendo.

Adam me mira y pone una sonrisa burlista, lo fulmino con la mirada, me despido de los dos y me retiro.

Bajo en el ascensor y espero a Caleb sentada en uno de los sofás que hay en la recepción, no hay nadie a mí alrededor a parte de la recepcionista, quien está concentrada en la llamada.

-Te olvidaste de tu suéter- se me eriza la piel, lo miro y tomo el suéter.

-Gracias- la miro bien -, pero esta es de mi madre.

-Lo sé- ríe -, pero ella insistió, niña mimada.

No puedo evitar reír -Sigues con esos apodos.

Se sienta a mi lado, de repente sonrío, sigue usando la misma colonia.

-Te encantan los apodos que te pongo- veo por el rabillo del ojo como me mira.

-No es así- evito contacto visual, prefiero ver a una planta.

-Hey- hace que lo mire -, te extrañé todo este tiempo, mapachín- me planta un beso en la mejilla.

Caleb llega en su auto y toca la bocina, agradezco en mi interior.

-Me tengo que ir- me pongo de pie dispuesta a salir del edificio, pero me toma de la mano y se pone de pie, me toma por la cintura. Me da un dulce beso en la frente recordándome al primero y me susurra -Esta vez no te dejare ir tan fácilmente, mapache- me suelta y camina hacia el ascensor dejándome como boba en medio del lugar.-Hola, princesa- la forma tal dulce de ser Caleb conmigo me provoca nauseas.

Le devuelvo el saludo.

-¿Qué se te antoja comer?- me guiña el ojo y pone sonrisa maliciosa.

¿Y a este que le sucede?

-No tengo idea, vengo de almorzar así que nada muy pesado.

-Te excito, lo sé.

-¿Disculpa?- digo casi gritando.

Me mira y ríe -Que si se te antoja tecito o café.

Está actuando de una manera muy extraña, me acomodo en el asiento algo incomoda y nerviosa -Té- contesto después de cinco minutos.

-Conozco el lugar perfecto.

Caleb comienza a hablar sobre futbol, tema poco interesante para mí, después continua hablando sobre lo perfecto que es su nuevo gato y de lo perfecto que habla italiano. Caleb ha cambiado mucho, lo miro con decepción, se echó a perder.

Detiene el auto y se abre el garaje -¿Qué hacemos aquí?- pregunto poniéndome nerviosa y molesta.

-Alquilé unas películas y pedí pizza, si quieres té, te puedo hacer uno.

No respondo, pensé que iríamos al cine o a comer a algún lugar, pero ya veo que no. No le digo nada para no sonar grosera.

Entramos en su casa, al entrar comienzo a estornudar como desquiciada.

-¿Estás bien?- pregunta abrazándome.

-Soy alérgica a los gatos- respondo molesta.

Caleb toma a su gato y lo saca al garaje -Es una lástima que seas alérgica a Tom, le agradas. ¿Por qué no me dijiste que eras alérgica antes?

-Porque no sabía que tenías gato y mucho menos que vendríamos a tu casa.

La alergia me pone incómoda y de mal humor -¿Te gustan las películas románticas? Todas las que tengo son románticas, me encantan las historias de amor.- pregunta mostrando cinco películas.

Hago una expresión de asombro y me siento en el sofá, los pelos de gato comienzan a volar apenas me siento ¡Mierda! Esto tiene que ser una maldita broma.

-Tranquila, podemos poner una manta y todo seguirá normal en esta cita.

Espera... ¿Qué? ¿Qué cita?

-Esto no es una cita- le respondo molesta.

-No quise decir eso, una cita de amigos... ya sabes.

Me pongo de pie para que ponga la manta y me vuelvo a sentar, Caleb va a la cocina por palomitas y vuelve para poner la película.

-Te va a encantar, sé que te gustan las películas románticas- al sentarse coloca su brazo alrededor de mis hombros.

-No, no me gustan- mi alergia disminuye.

-Entonces no tenemos por qué verla.

Caleb se lanza sobre mí y me besa, de inmediato lo empujo y me pongo de pie.

-¿Qué sucede contigo?- le grito.

Caleb se pone de pie y camina por toda la sala -¿Qué sucede contigo? ¿No te gusto?

-Caleb, yo solo te veo como un amigo.

-Ese es el problema, solo me ves como eso, mientras yo desde jardín de niños estoy loco por ti, hice de todo para poder estar contigo mientras tu solo me ves como amigo.

-Lo siento, pero...

-No digas nada- está muy enojado -, quiero que te vayas.

Tomo mis cosas y salgo por la puerta, saco mi celular para llamar a mi madre y le digo que venga por mí.

Media hora me encuentro sentada en la acera completamente mojada, no para de llover desde hace diez minutos, un auto negro se detiene frente a mí, no puedo ver a nadie por el vidrio polarizado. No es el auto de mi madre.

Baja la ventanilla y puedo ver perfectamente quien es -¿Qué haces tú aquí?- pregunto.

-¿Vas a entrar o prefieres seguir congelándote el trasero allí sentada?

Me pongo de pie y sonrío en mi interior, me alivio al verlo.

Hasta el cielo y las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora