❉PARTE 1❉

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Hola a todos y bienvenidos a "Serendipia". Es una historia de un solo capítulo que tuve que dividir en dos partes y un pequeño epílogo. No hay tanto drama, porque ya tengo suficiente con la realidad, sin embargo, espero la disfruten. 

SERENDIPIA
Por: Adriana Jongcheveevat

Ya no es tan extraño escuchar a los adultos decir que los niños de ahora "están más despiertos" haciendo referencia a su aparentemente amplio desarrollo intelectual y cognitivo. En tiempos modernos, está por demás difundida la creencia generalizada de que los infantes de la actualidad son más listos que sus padres y que sus abuelos debido a la velocidad con la que se adaptan a los nuevos entornos y a la extraordinaria habilidad para el dominio de dispositivos electrónicos, aunque dicha afirmación merece la pena poner en discusión.

Sin embargo, Alexander Kanawut no actuaba como solían hacerlo los niños de nueve años que por lo general se la pasaban pegados a la pantalla de una tableta o de un celular o frente al monitor de una computadora mientras navegaban en redes sociales o se dejaban llevar por el video juego que lideraba las tendencias en el mundillo gamer.

La asombrosa, insólita y sorprendente habilidad que poseía Alex, como solían llamarlo, para dibujar lo que sus pequeños y vivaces ojos veían, fascinaban a propios y extraños. Su prodigiosa y muy joven mano izquierda tomaba entre sus dedos el lápiz y dejaba que el grafito plasmara en el papel hasta el más mínimo detalle de lo que estaba frente a él. Daba lo mismo que fueran cosas, animales, plantas... o personas, su innato talento era mágico y fascinante.

Nadie daba crédito a que un niño tan pequeño fuese capaz de retratar tan fidedignamente todo lo que estaba a su alrededor y solo hasta que lo observaban desarrollar sus inigualables obras de arte era que creían que tal infante tuviese dicho don. Su padre siempre le decía que era un alma vieja encerrada en el cuerpo de un crío, y no solo por su habilidad con el dibujo, sino porque chalar con Alex era como hablar con un hombre con varias décadas de experiencia sobre sus hombros.

- Así que esta es la razón por la que no dejas de mirarme tan detenidamente – la voz de un adulto hizo que el pequeño Alex desviase su atención del dibujo que estaba a prácticamente nada de terminar - ¿Se puede saber dónde has aprendido a dibujar de esta manera? – la sorpresa en la voz del mayor no se había hecho esperar.

- Nadie me enseñó, señor – respondió el niño con calma mientras pasaba el pulgar por una parte de su trazo – solo me gusta dibujar y aprovecho que lo hago bien para tratar de vender mis dibujos y poder independizarme lo más pronto posible – añadió al final.

El hombre que lo había interrumpido sacudió la cabeza creyendo que no había escuchado del todo bien. Lo miró con visible confusión y abrió la boca pero en principio de ella no salió nada. Seguramente había entendido mal, ese niñato no podía tener más de diez u once años por lo que no podía estar hablando de emanciparse. Era cierto que los chicos de ahora estaban muy despiertos, pero de eso a querer vivir por su propia cuenta a tan temprana edad todavía faltaban muchos miles de años de desarrollo, progreso y cambio, quizás.

- ¿No crees que eres muy joven como para hablar de vivir solo por tu cuenta? ¿Qué edad tienes, diez o tal vez once? – cuestionó el hombre mayor.

- Nueve – respondió Alex con tranquilidad.

- Nueve ¡Madre mía! – el adulto elevó las manos y la vista al cielo incrédulo de lo que estaba escuchando. Luego, ya más calmado, se sentó a un lado del niño y volvió a observar el dibujo – entonces... - susurró tratando de no interrumpirlo – ¿Me dibujaste para intentar venderme el dibujo? – cuestionó con prudencia.

- Solo si le gusta mi trabajo se lo vendería – fue la contestación de Alex que nuevamente levantó su vista para mirar directamente a los ojos del extraño – tiene unos ojos muy bonitos señor – comentó de pronto – lástima que mis dibujos son a escala de grises y no se podrá distinguir el azul cobalto que poseen, pero aun así les daré la emoción que trasmiten –

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