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Doreen había decidido ir a un destino distinto al de su familia, mantenían contacto, sin embargo sabía que no podía mantener el mismo estilo y ritmo de vida que ellos

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Doreen había decidido ir a un destino distinto al de su familia, mantenían contacto, sin embargo sabía que no podía mantener el mismo estilo y ritmo de vida que ellos. Lo intentaba con todas sus fuerzas pero beber sangre animal no la hacía sentir tan viva como la de las arterias humanas.

Se sentía con energía, invencible, podría con quien fuera que se le pusiera enfrente, incluso el mismo clan vulturi. Aunque eso era una exageración.

Preparaba maletas para ir de visita, estar juntos décadas para luego separarse no es precisamente acogedor, ella misma sabía la gran dependencia qué tenía a los Cullen.

Suspiro subiéndose a su auto, era un viaje de siete horas pero eso no era un problema, siendo honesta consigo misma, amaba ese pueblo remoto, la hacía sentir "normal", humana, como hubiera deseado ser hasta el fin de sus días, lamentablemente eso no fue posible.

Siquiera si alguna vez tuvo una vida humana.

El silencio podía ser agobiante para algunos, sin embargo era el mejor aliado para un vampiro que planea terminar su eternidad todos los días, porque sabía que sería así hasta que alguien separará su cabeza del cuerpo y calcinaran su cuerpo.

Porque era lo suficientemente cobarde para hacerlo por si misma. Omitia aquellos pensamientos con su familia sabiendo que Edward era tan bocon para alarmar a todos, hacer de un grano de arena una tormenta.

Aunque no es como si fuera difícil dejar de pensar en ello cuando estaba rodeada, simplemente se exparcian como el humo de tabaco.

Hizo una parada en Port Ángeles, viendo los alrededores del lugar por si había algo en que perder el tiempo. Pasando por un callejón encontró un perro chillando, notó como se marcaban sus huesos.

Suspiro entrando al supermercado a unos cuantos locales, siendo infestada por los diferentes aromas, no estaba tan lleno pero aún así había como tres personas en cada pasillo.

Agarró un paquete de carne congelada, una botella de agua y un sobre de alimento. Cuando iba en dirección a pagar se abrieron las puertas, todo lo demás desapareció, fue como si encontrara la fragancia más exquisita, inconscientemente relamio sus labios aspirando de nuevo.

Sus ojos azules —gracias a los pupilentes — vagaron por el lugar con rapidez hasta parar al grupo que acababa de entrar, sus sentidos estaban a flor de piel, e inmediatamente identificó de donde venía.

Era moreno, cabello negro, ojos oscuros y un físico qué demostraba ser prioridad para el sujeto. Este dejo de reír al sentir una mirada, cuando sus ojos conectaron la rubia se contuvo de correr a él y drenarlo.

Sus amigos llamaron su atención haciendo que dejara de ver a la chica. Ella únicamente movió sus hombros como siempre pero dejo de respirar, no podría estar más tiempo ahí.

Golpeaba el piso repetidas veces al imaginar tenerlo cerca, hace tres meses dejo de beber sangre humana para visitar a su familia, no tiraría eso a la borda por un aroma qué parecía ser lo mejor del mundo.

Enemies | Crepúsculo ½Donde viven las historias. Descúbrelo ahora