Soy tu mamá y tú eres mi vida entera.

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Antes que nada, la imagen de la portada no es mía, se las dejo arriba para que puedan ver la firma.

Mitsuki sabía. Después de todo era su madre, el ser humano que más podía comprender a Katsuki Bakugou en el mundo, sin embargo, para ella no era suficiente.

Cuando se enteró que un bebé estaba en camino, no estaba precisamente contenta, es decir, lo estaba, pero carajo, el miedo la imbadía de los pies a la cabeza. ¿Una mujer como ella de verdad podía ser mamá? 

Jamás había dudado de ella misma, tenía un buen cáracter, un buen trabajo y joder, era guapa e inteligente. Se había casado con un hombre maravilloso y vivían cómodos. ¿Por qué habría que dudar de algo? Pero en el momento en que el medico le había indicado que no era un simple resfriado, de esos que nunca le daban, sino que era una pequeña cosa que crecía como intrusa en su estomago y que con los meses dependería de ella completamente... Le aterraba. No era ni dulce, ni maternal, ni delicada. Ya tenía suficiente intentando no gritarle a Masaru por cualquier estupidez que no merecía. ¿Cómo iba si quiera a pensar en mecer a un bebito y susurrarle canciones de cuna?

Un bebito... Ese día derramó lagrimas de miedo, sí. Pero no entendía lo lleno que se sentía su pecho, la ternura que le daba y el amor que irremediablemente sentía hacia un ser que nisiquiera podía considerarse un niño todavía.

Masaru le susurró palabras dulces a su oído durante lo que parecieron horas y por una vez, no le importó que su esposo la abrazara toda la noche. 

Fue un trabajo duro evitar el picante en exceso, cargas pesadas y las explosiones de emociones que salían desde su estomago y aterrizaban en los coscorrones que le propinaba al papá de ese niño. Era un niño. 

Y a pesar de que estaba emocionada, el miedo crecía a cada semana. Ese "instinto maternal" no parecía llegar, su madre le había dicho que llegaría magicamente y claramente le había mentido. O tal vez ella no había nacido para ser madre, pero si que estaba segura que Masaru sería el padre ideal. Tan tranquilo, de mente abierta, con una inteligencia emocional increíble, estupidamente paciente. Amoroso. 

Le encantaría que su hijo se pareciera a él. 

Pero como el mundo parecía no querer darle la salida fácil, de ella salió un pequeño bebé rubio y chillón. Con los ojos del rojo más bonito que había visto nunca. Su suegra y su esposo no dejaban de decir que era técnicamente una copia suya, Aunque ella creía que al crecer sería un Masaru con ojos rojos y cabello rubio.

Sería un niño muy guapo.

Con el tiempo entendió que sus temores no eran injustificados, Katsuki se dormía solo si su papá lo mecía, los pañales se los cambiaba él la mayaría de veces, porque cuando ella lo hacía, el crío se movía demasiado y ella temía lastimarle la espalda, sin olvidar que una vez casi lo desnuca porque se le resbaló en la tina. La glicerina y el jabón no eran precisamente aptos para el cuidado de bebés. Masaru se encargaba de eso también.

Que falta de respeto le parecía haberse hinchado nueve meses para que decidiera querer más al pelado de su padre.

"¿Dónde está el maldito instinto maternal, vieja?"

No es que no amara a su hijo, carajo, esa bola de masa era lo más importante que tenía y que iba a tener en su vida. Ni siquiera entendía como era capaz de amar tanto. Simplemente seguía aterrada, se sentía la peor madre del mundo.

Aunque cuando lo amantaba y el pequeñenito renacuajo la miraba a los ojos mientras se aferraba a ella para después dormirse en sus brazos luego de llenarse el estomago, con el conocimiento de que esto último duraba poco, pues media hora después despertaba a gritos y su papá venía a dormirlo de nuevo, ella sentía que todo estaba bien, que había nacido para ser la mamá de Katsuki y se permitía acariciarle el suave cabello rubio y besarle la delicada frente con olor a bebé.

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⏰ Última actualización: Aug 27, 2023 ⏰

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