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"Cuando se quiere contar una historia es necesario empezar desde el principio, así que eso haré.

Todo comenzó un 20 de febrero de 1983, en verano. Todo parecía excelente, en aquellas paradisíacas playas de Brasil. Pero no estamos en un cuento de hadas.

Por años he intentado olvidar ese viaje, pero me resulta imposible, más aún sabiendo que gracias a mis actos hoy la humanidad se ve amenazada. Intento no sentirme culpable, aunque es evidente que la responsable del desastre soy yo, yo y mi egoísmo.

Posiblemente no entiendas nada, sobre todo porque estoy segura de que no estaré viva para cuando estés leyendo esto, y no sé si alguien más lo estará, pero si tú, quien quiera que seas, te atreves a salvar al mundo, continúa explorando estas páginas, y quizás, solo quizás, puedas lograrlo."

                                                                                                                                                            L.D.


La mujer cerró el libro con una sensación de extrañeza, pero sobre todo miedo. Había recolectado objetos de antes del desastre desde hacía años, pero esto era diferente, algo dentro de ella le decía que lo que tenía en las manos podría ser la solución.

Lo más probable es que sea solo otro diario de alguna niña que falleció cuando estalló todo, sin embargo, esa forma de expresarse no le hacía creer que se trataba de una niña, sino más bien, sonaba sincero.

Un escalofrío escaló por su cuerpo, luego, guardó el cuaderno dentro de su bolso y continuó su búsqueda.

Recorría hogares vacíos desde hacía mucho tiempo, pero eso no significaba que no le doliera, ese virus había terminado con casi toda la población del país en tan solo unos años, ahora todo lo que quedaba eran recuerdos de aquellas personas que ya no están y pequeñas pistas sobre cómo inició todo.

El trabajo de Lucía no era sencillo, debía sacrificar mucho, entre esas cosas su salud mental. Cuando volvía a casa se hacía la fuerte, le entregaba la mejor de las sonrisas a su hija, pero por las noches era imposible contener las lágrimas, todas esas fotos, dibujos, cartas y recuerdos olvidados en las casas vacías, los cuerpos sin vida de niños, que aún tenían muchísimo por vivir, todas aquellas aventuras que quedarán en las mentes de esas personas, y que ya no podrán contárselas a nadie. Muchos pensamientos le atormentaban al cerrar los ojos, cuando el silencio invadía la casa.

Al llegar a su hogar su pequeña hija la recibió con un abrazo.

一¡Mami!一 Gritó entusiasmada一 Cocine galletas para ti y para papá.

一¿En serio? Ya quiero probarlas Ana一 La pequeña tomó la mano de su madre y juntas se dirigieron a la cocina, allí, sobre un pequeño plato de plástico se encontraban unas galletas de color negro, claramente quemadas. La mujer se acercó y comió una, con esfuerzo de no hacer ninguna cara de disgusto.

一¡Están deliciosas!

一Lo sé, a papá le van a encantar.

一Seguro que sí一 Dijo con la boca seca, abrió la heladera y tomó un vaso de agua一¿Quieres algo, amor?一

一No gracias, iré a mi cuarto.

La pequeña salió corriendo escaleras arriba, Lucía aprovechó para echarse en el sofá, se recostó, intentó no quedarse dormida pero fue inevitable. Un rato más tarde unas manos amables la levantaron.

一Lu, levántate, ya es tarde一Dijo el hombre frente a ella.

一Oh lo siento, ya hago la comida, espera un segundo.

一Tranquila, ya la he hecho yo, ven一 La ayudó a levantarse y se sentaron en la mesa.

一Gracias Alan, no se que haría sin ti一 Dijo Lucía entre risas.

一Callate y come amor, debes estar cansada一Sonrió con dulzura

一Tú también, has trabajado todo el día.

一No exageres, estoy bien, ahora cuéntame, ¿Has encontrado algo interesante?

La cara de la mujer cambió por completo, dudo unos segundos, pues aquel libro podría cambiarlo todo. Confiaba ciegamente en su esposo, sin embargo, en ese momento no sabía si él podría aguantarlo, sería demasiado.

一Mmm, nada nuevo一 Mintió, y aunque odiaba hacerlo sabía que sería lo mejor.

Continuaron la noche como normalmente lo hacían, pero Luci tenía algo que hacer, dijo que tomaría una ducha. Ya en el baño sacó de su bolsillo el libro. Suspiró con fuerza y comenzó a leer.

                                                                                                                                       Continuará...

El Último en pieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora