final

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Me desperté tarde, lo que para mí era alrededor de las ocho. Gracie por lo general me levantaba, incluso los fines de semana, alrededor de las seis y media. Cuando salí del

dormitorio tambaleándome, vi a la familia. Todos estaban ahí, excepto yo.

—¡Papi!

Mi niña vino corriendo, y yo me agaché y la cargué, abrazándola con fuerza.

—Él es mi abuelo, ¿sabes?

Oh, Dios.

Le disparé una mirada a Namjoon. Él me sonrió de vuelta.

—Tengo que encontrar mi teléfono, mona —le dije.

—Tu teléfono sonó esta mañana, Papi, y Papa ya habló con la Tía Chelsea y el Tío Jimin.

¿Papa?

Miré a Namjoon. Pareció preocupado.

—¿Puedes venir aquí, por favor?

Bajó el periódico que estaba leyendo y se levantó de la mesa. Grace me dejó, y corrió hacia él deteniéndose antes de alcanzarlo y lanzarse por el aire. Estaba creciendo, poniéndose

más pesada, y no todo el mundo podía maniobrar los quince kilos que venían como una bala de cañón. A algunas personas, hombres con los que había salido, no les gustaba, y le pedían que no lo hiciera. Pero Namjoon no. Su rostro, su sonrisa, me dijo que estaba encantado con cada pedacito de ella, incluso con la del proyectil, que tenía el potencial de herirlo. La atrapó con facilidad, haciéndola girar y estrechándola contra su pecho cuando me alcanzó. Hombre grande y fuerte como era, la levantaba con facilidad, y a ella le gustaba eso, me di cuenta.

—Si él es Abuelo—me dijo suavemente—, entonces yo tengo que ser Papa. Es lo lógico.

—¿Dónde está mi teléfono?

—Yo lo busco—Grace me dijo.

Namjoon la bajó, y se alejó como una bala mientras él se paraba frente a mí, su mano en mi cuello.

—Yo no lo pedí, ella sola salió con eso, y por supuesto me encanta.

Busqué en sus ojos.

—No voy a pararme aquí y decirte que no quiero que me ame en este mismo instante, porque... quiero que me ame en este mismo instante. —Me sonrió, su otra mano en mi mejilla—. Pero no quiero que te preocupes porque no vaya a estar cerca. Te guste o no, no me iré a ninguna parte. Si decides que me odias, y ya no quieres tener sexo conmigo en el baño —su sonrisa fue traviesa, recordándome lo que habíamos hecho en el cuarto pequeño la noche anterior—, igual no te vas a librar de mí. No voy a decepcionar a esa niña. Me va a odiar cuando tenga dieciséis y quiera salir con alguien y tenga que ser por lo menos cinturón marrón antes de que la deje, pero aparte de eso, ella y yo vamos a ser los mejores amigos. Todo lo que quería era tener un hijo contigo, lo sabes. Y ahora tengo una, pero perdí cinco años. ¿Crees que voy a perder siquiera un segundo más?

Asentí.

—Yo no importo, solo ella importa.

Acunó mi cara entre sus manos.

—Entiendo lo que estás diciendo, que cuando eres padre, el hijo viene primero. Está bien, estoy de acuerdo, pero bebé, tú eres importante para mí. Yo los amo a los dos.

Entendía la responsabilidad que venía con el corazón de un niño. Me incliné en él y le permití que me estrechara contra su pecho.

—Hombre, Jimin está enojado conmigo.

Di un brinco, y retrocedí un paso para mirarlo. Se rio entre dientes.

—Hablamos un ratito esta mañana. Tenía un montón que decir. No puedo esperar para verlo. Creo que está subiendo con Yoonie. Supongo que están en este hotel también.

Dios mío.

—Oh, y recibí un bonito correo de Sarah.

—¿Qué?

—Saqué la dirección de tu teléfono y le envié una nota. Quería agradecerle por todo, aunque sea tarde.

—Namjoon...

—Le conté toda la historia, y... había olvidado lo maravillosa que es. —Sonrió, dándose la vuelta para regresar a la mesa—. Deberías comer algo antes de que el día se vuelva una locura. Las bodas son cansadas.

Sentí como si hubiera vuelto a la montaña rusa.

—Le dije a Sarah sobre el hotel. Dijo que realmente intentaría estar para la Navidad. Su trabajo suena fascinante, ¿eh? Antropóloga forense, como en ese programa Bones.

—Toma Papi. —Grace se rio entregándome el teléfono–. Te ves raro. Como grisáceo.

La miré.

—Pero me gusta el gris—me aseguró, sonriendo, asintiendo como si fuera un simplón.

—El gris es uno de sus colores favoritos —Namjoon me recordó—. Lo que es una suerte porque como que te ves de ese color ahora mismo.

Mirándolo, mirando a sus padres, a Taehyung, todos ellos despreocupados, aceptándolo. Como si todo esto, Grace y yo ahí con ellos, fuera total y completamente normal, me

tranquilizó. Así era como se veía una familia, y lo sabía, porque cuando Grace y yo visitábamos a mis padres, se veía justamente así.

—Jimin va a reventar de la furia —le dije a Namjoon.

—Ya lo hizo. —Sonrió sentándose de vuelta a la mesa, jalando a su lado una silla para mí—. Pero está bien; cuando le explique todo, entenderá. Como que él siempre tuvo una cosa por mí, de todos modos.

—¿En serio?

Asintió, la sonrisa traviesa de vuelta en su sitio.

—Ven aquí.

Me acerqué y me senté, y me dio un beso en la mejilla mientras me servía un café. Grace, sin preguntar, se trepó en su regazo y comenzó a echarle mantequilla a una tostada.

—Esto es para ti, Papi —me explicó—. Tú nunca tomas desayuno.

—Es la comida más importante del día —Namjoon le dijo, supervisando el uso del cuchillo de mantequilla—. Buena untada.

Ella asintió, inclinó la cabeza hacia atrás, y le depositó un beso debajo de la barbilla.

—Dios—No pude evitar atorarme—. Está loca por ti.

—Por supuesto. —Se inclinó de lado para darme un beso en la sien—. Sabe que estoy loco por ella... y por su Papi.

Y así era.

—Eso es todo lo que realmente importa.

Tan cierto.

De nuevo (NAMJIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora