—¡¿Qué haces aquí?!— El pelirrojo estaba verdaderamente intrigado, mirándolo sorprendido mientras aun sostenía el mango del paraguas con tal vez un poco más fuerza de la necesaria. El color amarillo los cubría del cielo gris, haciendo que la imagen fuera un poco graciosa por fuera. Aomine sonrió malicioso, olvidando el malestar anterior, siendo sacado de su miseria por la adorable imagen de Taiga con aquel objeto de singular color. No pudo evitar querer hacer una broma, aun con la voz ronca por el reciente llanto.
—¿Acaso eres un niño Bakagami? O ¿porque el paraguas amarillo? —El pelirrojo termino avergonzado, dejando de lado el aire incomodo de cuando lo encontro.
—¡Cállate imbécil! Y yo que te compartí mi paraguas.
—Solo un niño lleva un paraguas amarillo—Y eso era cierto, pues al menos en su área de la ciudad solo los niños estaban acostumbrados a llevar los vistosos paraguas de dicho color, los estudiantes y adultos optaban por opciones un poco más serias, ya fuesen transparentes, azules o negros. El pelirrojo lo miro feo, visiblemente ofendido.
—¡Vete al diablo, por mi muerte de hipotermia! —Antes de que pudiera partir, lo tomo de la mano que sostenía el paraguas, impidiéndole que lo dejara atrás.
—¡Ja ja ja ja ja! ¡Yo soy el diablo!
—¡Idiota! —El pelirrojo negó, mientras una pequeña risa salía de sus labios, dejando a Aomine encantado por completo.
Aquella pequeña discusión verbal fue suficiente para lograr subirle los ánimos, pues parecía como si por primera vez desde el tiempo en que estaban reencontrándose al fin lograron disfrutar como en los viejos tiempos. Ambos se siguieron riendo largo rato de otras tonterías, como de que Aomine parecía una rata mojada, y que era una especie de reunión de los colores primarios. Luego de eso le siguieron las anécdotas de la preparatoria, aquellos agradables tiempos que hacía poco Aomine solo podía ver desde un enfoque negativo se pintaron de bellos sentimientos, de las memorias agradables.
—¿Quieres venir a mi casa? Estoy seguro que queda más cerca que la tuya—La pregunta era completamente inocente, pero enfrascaba mucho más de lo que Kagami percibía, por lo que Aomine simplemente asintió, cómodo con el ambiente en el que estaban, y definitivamente no quería regresar a ese estado depresivo de hace rato.
—Si, ¿porque no? —Se encogió de hombros, mientras veía un sutil brillo en la mirada rojiza, pero así como llego, se fue.
Tuvieron que apretarse bajo el llamativo paraguas, tanto que casi parecía que estaban uno encima del otro, pero fue agradable, aun a pesar de tener que rodear charcos y caminar más rápido en ciertas partes del trayecto. Cuando llegaron al viejo departamento Ambos entraron a trompicones, y se despojaron de los zapatos húmedos, en el caso de Aomine incluso de alguna que otra prenda.
—¡Te traeré ropa, espera aquí! —Aomine no replico, y es que después de todo, eran casi la misma talla, lo que sea que le prestase sería bueno para él. Incomodo termino por sacarse la ropa pesada por el agua absorbida, hasta quedar en simples bóxers, que de no ser porque le debía algo de decencia al pelirrojo, también se los hubiera quitado, estaba congelándose.
Cuando Taiga regreso con un cambio en brazos, se quedaron mirándose de reojo, pero al notar como se veían entre ellos se voltearon algo incomodos, para que luego el pelirrojo le tendiese la ropa con un gesto dudoso. Al ver el rostro ligeramente sonrojado de Kagami, Aomine apretó los labios, no sabiendo si lo que diría era señal de imprudencia o algo más.
—¿Por qué?
—¿Qué? —Kagami ya no le devolvió la mirada, ahora simplemente tomo una toalla que aun sostenía entre sus brazos, para luego secarse el pelo con un poco más de fuerza de la necesaria.
El moreno dudo sobre que responder, porque ni el mismo sabia muy bien a donde quería llegar con todo eso, mientras tanto, aprovechando que Kagami no miraba termino por quitarse los calzoncillos, y se puso el pants que le presto.
¿Acaso estaría mal intentar ahondar en otros temas? Su voz se quedó atascada en su garganta, un fuerte nudo se formó en esta. Quería saber que era lo que cambio. ¿Acaso alguien le hizo daño? ¿Podía el ayudarlo de alguna forma? Pero todas esas preguntas se quedaron sin respuesta, guardadas en lo profundo de su mente. Todo por miedo a perder ese avance, aquella pequeña chispa en su mirar...
Prefería mil veces callarse que perderlo.
—¿Por qué fuiste con este clima del demonio? —Pero al menos eso parecía algo fácil de preguntar.
—Lo mismo te podría preguntar yo a ti—Y es que Kagami sabía que algo había pasado. Daiki empezó a dudar sobre que responder, mientras se ponía la camiseta que Taiga le paso.
Había muchas preguntas, ¿cuáles serían las respuestas?
—Necesitaba pensar—Contesto. Aomine definitivamente no necesitaba que Kagami supiera lo patético que se volvió con los años, siendo un hombre que lloraba por un ataque de ansiedad por todo el estrés acumulado. La respuesta así de sencilla hizo a Kagami sonreír, al principio con algo de tristeza, para luego darle una de esas sonrisas con todos los dientes.
—¿Pensar? ¿Tu? Ja, esa no me la creo—El pelirrojo finalmente le tiro una toalla a la cara una vez que lo vio completamente cambiado
—¡Ey! No te creas la gran cosa, Bakagami, burlándose el que llevaba un paraguas para niños—Ofendido, Taiga le lanzo la toalla que tenía reservada para el a la cara, aunque ni siquiera le atino, pues Aomine rápidamente la intercepto.
—¡Cállate, Ahomine!
Ya sin la ropa escurriendo agua, Aomine por fin pudo entrar al departamento de Kagami y dejar el recibidor, todo el con el propósito de perseguir al pelirrojo para hacerle cosquillas. Ambos terminaron soltando carcajadas por la travesura. Y fue divertido hasta cierto punto, hasta que las mejillas de Taiga adquirieron un tono rosado, como cayendo en cuenta de la tontería que estaban haciendo. El color de sus mejillas le recordó a los bombones que comían cuando era pequeño.
¿Serian igual de dulces?
Como queriendo averiguarlo, se inclinó un poco más cerca. Esto estaba siendo más peligroso de lo que Aomine pensó.
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Propuestas
FanfictionEn su juventud, el había recibido 3 propuestas, todas por parte de él. Ahora las cosas entre ellos habían cambiado, ya no hubo mas de esas interminables veces que pasaron juntos, jugando, divirtiendose, disfrutando la vida... Todo se había desvaneci...