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Me desperté para mi carrera regular de la mañana del día siguiente y me sorprendió cuando Jimin también estaba despierto y quería ir conmigo.

—Sin embargo, es temprano y acabas de llegar a casa. —le recordé, admirando su cuerpo desnudo mientras se levantaba de la cama para pararse frente a mí.

—Te vas pronto. —dijo brevemente.— Cada segundo cuenta.

Forcé una sonrisa incluso cuando mi corazón se aceleró por un momento, la idea de dejarlo era mucho más que doloroso.

—Lo haces sonar como si no pudiera visitarte.

—Por supuesto que puedes, pero ¿cuándo tendrás tiempo?

—Podrías visitarme. —le dije, luchando contra el impulso de tomar su hermoso pene en la mano.

—Lo mismo es para ti.

—Entonces, si me quedara, ¿seguirías viajando?

Su rostro se iluminó.

—¿Considerarías quedarte? —preguntó alegremente.

—No si te ibas a ir todo el tiempo.

—Yo no sería así. Solo dos veces al año como máximo.

—Sabes que amo la villa y a todos en ella. Si viajara todo el tiempo contigo, no sería en casa.

—Lo sé.

—Así que tendría que quedarme aquí con tu madre y vigilar los negocios tal como estoy ahora.

Estaba haciendo la elección simple con la forma en que hablaba, porque nunca permitiría que me dejaran atrás.

—Sí, por supuesto, pero tienes que entender, me mantuve alejado por Taehyung. —insistió, tomando mi mejilla con la mano.— Tengo una casa en Valencia, pero la vendería y lo haría aquí durante todo el año si te quedaras.

Sonreí ampliamente.

—Tal vez deberías dejarme ver la casa en Valencia primero.

Él se rio cálidamente antes de alcanzar mi nuca y apretarme fuerte.

—No me molestes; me duele el corazón simplemente mirándote.

Lanzándome, envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo besé sin aliento, aferrándome fuerte y apretándolo contra él.

Estaba acostado boca arriba en la cama segundos después, pantalones cortos alrededor de mis rodillas, con mi polla tragada por la parte posterior de su garganta.

—Jimin!. —Lloré, con las manos en su cabello grueso y brillante, arqueándose de la cama cuando escuché la tapa del lubricante abrirse antes de que hundiera los dedos resbaladizos en mi culo.— ¡Mierda!

No fue gentil cuando tiró de mis pantalones cortos por una pierna, enganchó mis piernas con sus brazos y me empujó hacia adelante. Que simplemente no me tomará me estaba volviendo loco.

—¿Qué estás haciendo? —Casi le grité.

—Quiero follarme tu culo. —gruñó.

—Sí, Dios, lo que quieras, cuando quieras. No tienes que preguntarme nunca más.

Las pupilas quemadas de sus ojos se fijaron en mí.

—Siempre te quiero, ¿entiendes? ¿Estamos claros? ¿Lo entiendes?

Doblándome por la mitad, presionó contra mi agujero por solo unos segundos antes de empujar dentro duro y profundo.

Su nombre llenó la habitación cuando lo grité.

Déjalo caer (JIHOPE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora