6

28 5 0
                                    

Jimin estaba con sus amigos en el patio cuando volví a entrar, y como todos los demás estaban felices de tenerlo en casa y no quería ser un zumbido con mis noticias, tomé un vaso del agua que Valencia Inés había hecho y Salí a unirme a ellos.

Sabía que todos me extrañarían, como yo lo haría, y como no quería alterar el estado de ánimo, me senté en una de las mesas con vista al océano. El agua de Valencia —jugo hecho con naranjas de Valencia de fama mundial mezcladas con champán, ginebra y vodka— era delicioso y refrescante, y por eso, un poco adictivo. Cuando terminé uno, Duena me trajo otro. Una vez que ese fue drenado, dejándome chupar el hielo, Eduardo trajo la siguiente ronda, y luego Emilio y finalmente Inés.

—¿Entonces vienen Marta y Ramón?

—No. —dijo con tristeza.

—Lo siento. Estoy seguro de que estarán listos para visitar pronto.

—Me aferraré a esa esperanza, sí.

Bostecé ruidosamente, haciéndola reír.

—Es tan agradable verte relajado. —me arrulló, pasando sus dedos por mi cabello.— Has estado trabajando tan duro para mostrarle a Jimin que no eres como tu hermano.

—¿Fue eso? Solo quería que viera que esos negocios son viables. —dije con un suspiro. Mis labios se sentían hinchados y gruesos, mis extremidades se sentían pesadas y tenía una sensación general de tranquilidad.

Ella se rio entre dientes cuando le sonreí.

—Oh, hijo mío, creo que mañana no tendrás ganas de salir a correr por la mañana.

Soplé un poco de aire a toda prisa, sonando como una ballena reproductora.

—Estoy bien. Ni siquiera siento el alcohol en absoluto.

—¿Oh no? —Inés bromeó cuando Duena se unió a nosotros.

Sacudí mi cabeza mientras ella se reía.

—Ve a la barandilla y toma un poco de aire. Les digo a todos: no más para ti.

Tomó un par de intentos, pero con la ayuda de Inés y Duena, me pusieron de pie. Inés volvió a entrar, pero mi amiga se quedó donde estaba, donde siempre estuvo, en mi hombro derecho. Extrañaría más a Duena.

—¿Adivina qué? —Dije mientras ponía mis manos sobre la baranda de piedra y miraba el mar antes de volverme hacia ella.

—¿Qué? —Ella me estaba rodeando.

—Mi exnovio, que resulta ser el nuevo de mi hermano ... como saben ... me envió mi pasaporte. Saldré de tu camino muy pronto.

Su sonrisa se desmoronó.

—¿Qué?

Sonreí grande, dando vueltas a las noticias.

—¿No es genial? Puedes volver a administrar las cosas sin tener que ejecutar todo por mí. Qué alivio, ¿eh?

—No. No es un alivio en absoluto. Me gusta que hagamos cosas juntos; ¿Qué te haría pensar diferente? —Ella chasqueó.

Me encogí de hombros.

—Tu visión de ti mismo es tan sesgada. —dijo irritada mientras fruncía el ceño.— Espera, vuelve.

Me reí por lo bajo.

—Entonces Taehyung y tu ex, ¿eso todavía está sucediendo?

—¿Ya sé, verdad? Desde agosto ya. —dije con una carcajada.— Alerta a los medios.

—Es vergonzoso. —dio a conocer.

—¿Por qué?

—¿Por qué? ¡Estaba engañando a Jimin!

Déjalo caer (JIHOPE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora