::Uno::

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Capítulo dedicado a: LovelyMin-

TaeHyung caminaba asustado a través de los cadáveres que decoraban el área, señal de que no debía seguir acercándose. Los cuerpos mostraban las torturas que habían sufrido en vida, empalados en grandes estacas de madera que se extendían hasta perderse en la lejanía, en aquel inmenso territorio estéril y sin vida, como un cementerio de un hermoso bosque que había muerto.

Sin ningún tipo de vegetación a su alrededor, TaeHyung suspiró y se aferró a su mochila. Solo llevaba un arco y flechas como compañía. Hacía casi un mes que caminaba, buscando aquel castillo.

Se decía que existía un ser creado de la calamidad, un intermediario entre el mundo de los vivos y el mismo infierno. La leyenda contaba que podía cumplir cualquier deseo que le pidieras, desde causar una muerte hasta destruir un país entero, dejando únicamente cenizas de lo que alguna vez fue. Pero, a cambio, había que pagar un precio.

TaeHyung era huérfano desde los cinco años. SeokJin lo había recogido de la calle y le había dado una vida cómoda. En el mundo de los híbridos, los depredadores eran odiados, y él, siendo un león, era despreciado.

Pero SeokJin le había dado tanto amor a ese triste león que encontró solo en la fría calle durante la noche. TaeHyung le debía todo... su vida.

SeokJin tenía dos hijos, uno de cuatro años y otro de dos, a los que cuidaba con la ayuda de TaeHyung, ya que su pareja los había abandonado. TaeHyung, con apenas catorce años, no podía hacerse cargo de esos dos niños tras la muerte de SeokJin. Menos aún, siendo odiado en el pueblo, no podía ni mantenerse a sí mismo, mucho menos a los niños.

Pero todavía tenía una pequeña esperanza a la que se aferraba con desesperación.

Nadie conocía el nombre de aquel ser, solo su especie: un tierno y adorable conejito negro, según decían. Y era lo que el pequeño león buscaba.

Sabía que ese ser podía devolver a SeokJin a la vida.

Un poco mareado por el sol y la deshidratación, TaeHyung observó el castillo a lo lejos. Sintiendo una oleada de emociones, corrió entre los cadáveres, con las piernas temblorosas y casi sin fuerzas. Pero por más que se esforzara, siempre parecía que el castillo se alejaba más y más de él.

—Por favor —murmuró corriendo, con las lágrimas cayendo por sus mejillas. El nudo en su garganta era dolorosamente horrible. Tropezó con un cuerpo y cayó de rodillas, deteniéndose con las manos, que se hirieron al rozar las piedras—. Por favor, déjame acercarme —sollozó, sintiendo que se ahogaba en desesperación.

Trató de levantarse de nuevo, pero sus piernas apenas le respondían. Llevaba días caminando bajo el abrasador sol y durante las frías noches. No podía rendirse ahora.

—Solo un poco más... —susurró, intentando dejar de llorar y levantarse. De repente, una sombra lo envolvió. Consternado, levantó la mirada y notó el castillo justo frente a él.

—¡Ah! —gritó, sorprendido, retrocediendo. Pero volvió a caer sentado, viendo el imponente edificio.

Hace un momento estaba tan lejos. ¿Cómo se había acercado tanto sin darse cuenta? No entendía nada.

Tragó saliva y, con dificultad, se levantó de nuevo. Aún con miedo, se acercó a la puerta. No sabía qué hacer. ¿Debía llamarlo o tocar la puerta? Después de pensarlo, optó por la segunda opción, ya que la puerta era demasiado grande para que pudiera abrirla él solo.

Alzó la mano para tocar, pero la puerta se abrió sola antes de que la tocara, haciendo un fuerte chirrido. Con miedo, TaeHyung asomó la cabeza por la ranura de la puerta.

::Conejo Negro::♡::KookV::Donde viven las historias. Descúbrelo ahora