Cuento dos.

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Había una vez un reino encantado llamado Crystalia, donde vivían hadas, duendes y criaturas mágicas de todas las formas y tamaños. En este mágico lugar, reinaba la alegría y la armonía, pero también existía un problema: los habitantes del reino habían olvidado el valor de la amistad y la importancia de ayudarse mutuamente.

En el corazón de Crystalia vivía una pequeña hada llamada Girasol. Era curiosa, valiente y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Un día, mientras volaba por el bosque encantado, escuchó un susurro proveniente de una vieja encina. Al acercarse, descubrió a un duende llamado Alonso atrapado en una telaraña.

Girasol se apresuró en liberar a Alonso y, agradecido, el duende le contó sobre una antigua profecía que decía que solo unidos podrían salvar al reino de Crystalia de la oscuridad que se avecinaba. Había un malvado hechicero que quería apoderarse del reino y sumirlo en la tristeza y el caos.

Decididos a evitar ese destino, Girasol y Alonso emprendieron un viaje en busca de las tres llaves mágicas que abrirían el portal hacia el poderoso Orbe de la Amistad. Este orbe era capaz de restaurar la armonía en Crystalia y derrotar al hechicero.

Su primera parada fue en el Valle de las Mariposas Brillantes, donde conocieron a Esmeralda, una hada experta en el arte de la paciencia. Esmeralda les enseñó que para alcanzar sus objetivos debían perseverar y nunca rendirse, incluso cuando los desafíos parecieran insuperables.

Continuaron su travesía hacia el Bosque de los Árboles Sabios, donde conocieron a Nickolas, un sabio búho que les enseñó la importancia de la sabiduría y el conocimiento. Les explicó que no solo era crucial actuar con valentía, sino también usar el ingenio y aprender de cada experiencia.

El último destino fue el Lago de los Deseos, donde encontraron a Alexandra, una hada bondadosa que irradiaba amor y compasión. Ella les mostró que el verdadero poder reside en el corazón y que la empatía y el cuidado hacia los demás son fundamentales para construir relaciones sólidas y duraderas.

Con las tres llaves en su posesión, Girasol, Alonso y sus nuevos amigos regresaron al corazón de Crystalia. Juntos abrieron el portal hacia el Orbe de la Amistad y liberaron su poder mágico. El reino se llenó de luz y alegría una vez más, derrotando al hechicero y restaurando la armonía perdida.

Desde aquel día, los habitantes de Crystalia valoraron la amistad y aprendieron que al unir sus fuerzas pueden enfrentar cualquier desafío. La enseñanza quedó grabada en sus corazones: la verdadera magia radica en la amistad, la solidaridad y el amor desinteresado.

Y así, Girasol, Alonso y todos los habitantes de Crystalia vivieron felices para siempre, recordando siempre que juntos pueden hacer realidad los sueños más extraordinarios.

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