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- Pues... ¿Qué te parece si vemos una peli juntas? - le respondió la pelinegra a la rubia.
- Me parece una buena idea. - dijo y caminaron hacia la sala de estar.
Tomaron asiento en un sofá color negro y Rivers encendió la TV.
- ¿Quieres ver algo en especifico? - le preguntó la recién nombrada.
- ¿No te molesta si vemos Molang? - habló provocando que a la rubia se le escapara una leve risita.
- No, para nada. - le respondió acercándose más a ella.
Entro a la aplicación de Netflix y ahí puso los muñequitos que le encantaban a la pelinegra.
{𝐍𝐨𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐫𝐚: Creo que ya saben lo que significa la palabra "muñequitos". Pero, acá en PR le decimos así a las caricaturas.}
Ambas estuvieron viendo los episodios por, aproximadamente, una hora y media. En esa hora, la rubia hizo palomitas de maíz/popcorn pues, a cierta modelo se le habían antojado.
También habían pedido comida de McDonald's, pero iban a pasar por la orden o mejor dicho, iban a comer en el lugar.
- Muévete, boluda. Nos van a cancelar la orden y tengo hambre. - se quejo la pelinegra empujando a la rubia.
Esta abrió la puerta de su departamento, salieron y la cerró con llave. Caminaron hacia el ascensor, subieron y la puerta se cerró. Ahí comenzaron a joderse entre ellas, reían se empujaban y tomaban fotos random.
La puerta del ascensor se abrió, salieron y caminaron hacia la salida. Al salir se subieron al auto de la rubia y esta lo encendió. Comenzó a conducir mientras que la modelo conectaba su celular para poner su playlist en la pantalla que había en el auto.
(...)
- Wey, nos van a regañar, eso es para niños chiquitos. - regañaba una y otra vez la rubia a su ¿amiga?.
¿Qué esta pasando? Se preguntarán, bueno, les explico.
Las chicas habían llegado a McDonald's hace unos treinta minutos, habían comido y a Alaya se le había ocurrido ir a jugar en los toboganes que habían en el área de niños.
- Wey, mejor vamonos. Ya es muy tarde y pareces una drogadicta. - le dijo la rubia.
La pelinegra bufo y bajo por el tobogán. Se levantó del suelo y se acercó a la rubia.
- Eres aburrida, boluda. - habló tomando sus cosas.
- Soy aburrida cuando quiero. - le respondió Samantha sonriendo al ver el leve puchero que se le formaba a Alaya en los labios.
Caminaron hacia la salida y, claramente, salieron. Subieron al auto de la rubia y esta lo encendió. Puso música y empezó a conducir.
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