Hace muchos siglos atrás, existió un joven romano. Cuya belleza era atribuida a que fue bendecido por Venus, la diosa de la belleza
No tenía nombre, ni siquiera dejaba que alguien lo mirara. Su nacimiento aún es un misterio, igual que su fecha de nacimiento y parecía que no envejeciera sin importar los años. Seguía viéndose como un jóven muchacho de familia noble.
Nadie sabía de quien se trataba e incluso lo atribuían a una alucinación, solo los dioses sabían que era el ayudante de Eros de quien se trataba.
Eros solía llamarlo Felix, debido a que pese a su naturaleza tímida, parecia que el Sol iluminaba su rostro todos los días al ayudar a la formación de jóvenes parejas.
No mucho tiempo después, el día 14 de febrero se le fue atribuido a San Valentín (no se sabe a cuál de los 3), y fue ahí que se le encomendó al joven aquél día en especial y poco después tomaría el nombre de dicho Santo, esperando tener buena suerte.
Pero entonces... el joven muchacho comenzó a ser invadido por la envidia. ¿Por qué la gente podía enamorarse y él no? Eros siempre le dijo que nunca debía de intervenir y acató aquella regla. Hasta que no pudo más con su curiosidad y decidió usar sus poderes para que un joven romano se enamoráse de él.
Hizo todo lo que pudo, imitó cada una de las costumbres y el chico estaba encantado. ¿Pero él? Él no sentía nada.
Decidió dejarlo, no dio explicación alguna. Un error que le costaría la vida del muchacho al cuál dejó. Fue encontrado sin vida unos días después, debido a que no pudo superar aquello.
El joven Valentín se lamentaba aquello. La culpa lo carcomía y nadie más que él sabía lo que pasaba. Prometió seguir intentando, ser mejor, pero cada vez era el mismo resultado o incluso peor. Casi ninguna de las víctimas lograba recuperarse de ese síndrome de corazón roto.
Hasta que un día, fue descubierto por Eros. Valentín rogó por otra oportunidad pero Eros se negó y le arrebató sus poderes a forma de castigo. Solo podía hacer que otras personas se enamoraran entre sí, pero nunca de él.
Roma cayó, y con ello sus deidades; pero el joven era ajeno a su cultura, así que se fue lejos, muy lejos. Vivió en el anonimato, ayudando a las parejas. Hasta que cierto poema apareció, e hizo que el romanticismo reviviése y con ello la fiesta del 14 de febrero hasta lo que es el día de hoy.
En cuánto a Valentín, aún sigue en busca del amor, un amor dónde pueda corresponder y ser correspondido algún día.