La noche había bañado las montañas de Uz, el humo de la casa que antes ardía se había disipado y parecía que nada extraordinario había sucedido en aquel lugar azotado antes por Dios.
Pero claro, el cielo lo había prometido, los hijos de Job estaban bien y sus cabras y gueyes se habían multiplicado.
Todo seguía su curso normal.
Crowley no quería regresar a su hogar aún, de igual forma, no tenía nada más que hacer, tenía que llevar un reporte completo al infierno y se convenció de que era una buena idea pasar el rato con las cabras que hacía solo unas horas había sido enviado a destruir. Aunque nunca estuvo en sus planes hacerlo.
Recostado sobre una roca suspira por lo que debe ser la quinta vez en toda la noche mientras una pequeña cabrita se acerca a él y no tiene más remedio que dejarla reposar en su regazo.
Con cuidado la acaricia mientras mira las estrellas, siempre habían sido tan perfectas, era muy obvio que se veían mejor desde arriba pero ese era un lujo que ya no se podía dar.
Eso estaba bien la mayor parte del tiempo, ahora sabía que caer no había sido tan malo, que tenía “libre albedrío” y no importaba que no le valiera tanto como a los humanos. Después de todo, él ahora debía cuentas al infierno pero no eran tan demandantes, eso y podía ir donde quisiera, hacer lo que quisiera. A pesar de que su mayor sueño no hubiera sido nunca asesinar cabras y niños ilusos.
Mientras estos pensamientos llenaban si mente pudo percibir aquel olor que inundó sus fosas nasales toda la mañana, además del fuego y la lluvia. Era dulce, inocente y muy celestial.
—¡Sé que estás ahí!...
Solo pudo escuchar una queja por ser tan malo escondiéndose y los pasos de un ángel acercándose.
—Creí que habías entendido que no te llevaré al infierno. —comenta con un tono desinteresado sin siquiera mirar al ser celestial.
Este, con su actuar nervioso y sigiloso se acerca un poco más. Su túnica sigue tan blanca como antes y sus manos tan temblorosas como siempre. Su mano izquierda aprieta un par de dedos en su mano derecha y ya ni siquiera tiene intención de ocultar que quiere tener una charla con él.
Al fin el demonio lo mira y levanta una ceja, algo cómico para el ángel que no sabe cómo iniciar.
—Yo... fue algo muy gentil lo que hiciste por mí.
—No lo hice por ti, ángel.
Ese apodo suena extrañamente dulce para Azirafel, a pesar de que solo era una verdad pura. Sin importar cuánto se esforzó, no pudo verlo como un símbolo de desprecio.
—Aún así, me gustaría agradecerlo.
El demonio solo asiente o eso cree Azirafel, estaba tentado a irse cuando el pelirrojo se mueve a un lado, al parecer ofreciéndole asiento junto a él. Eso anima al ángel para un último intento de conversación.
Busca cualquier cosa, una rama, una hoja, algo que pueda darle ideas.
¿Podrían acaso hablar de cabras?.
Pero entonces, algo capta su atención, la mano de Crowley apunta al cielo mientras sonríe.
Entonces el sentimiento de extrañeza se rompe, cómo su corazón al recordar la última vez que vio esa sonrisa.
—¿La viste? ¡Era hermosa!
Una estrella fugaz había adorando el firmamento, brillante y prometedora, como una pequeña niña sonriendo para su padre.
De repente, Crowley parece recordar quién es y suspira.
—¡Sí que lo era!. Aún creo que hiciste un excelente trabajo.
El demonio lo mira fijamente y su expresión se suaviza.
—No viniste hasta aquí solo para decirme eso, ¿O si, ángel?.
Azirafel traga saliva, sintiéndose atrapado.
Hacía mucho tiempo que no se veían, pero ya que siempre se cruzaban en el camino del otro, solo quedaba intentar olvidar las rencillas entre sus bandos. Porque entre ellos no quedaban muchas.
Azirafel no lo culpaba por terminar con la tranquilidad en el Eden, tampoco por ayudar a Jesús muchas veces, mucho menos por salvar a escondidas a unos niños del diluvio, entendía que esas cosas eran parte de él porque después de todo había sido un ángel.
La soledad era un tema del que pocas veces se hablaba en sus bandos.
¿Cómo podía sentirse solo un principado a cargo de una legión de ángeles?
¿Cómo podía sentirse solo un demonio con tantas estrellas en el firmamento?
—Esas estrellas no se irán a ninguna parte en mucho tiempo.
Azirafel sonríe y mira hacia el cielo.
—Tenemos suerte, entonces.
—Nosotros, me temo, no podremos decir lo mismo. —Crowley suspira aún acariciando al pequeño animalito dormido sobre sus piernas, algunas de ellas habían rodeado también a Azirafel.
—Dijiste que a veces ayudabas a tu bando y yo al mío. Eso no suena tan solitario. No si ambos... lo hacemos al mismo tiempo.
—¿Estás dispuesto a convivir con un demonio?
—Eres menos sucio que los demás.
Comentó inocente el rubio frente a él, el pelirrojo negó con la cabeza y bufo.
—Quizá un trato. No interponernos y ayudar, solo si es necesario.
El ángel sonríe ampliamente, sus ojos se iluminan y parece que la noche con él.
Eufórico le ofrece la mano y pese a todo pronóstico, el demonio la toma, sellando el pacto.
Azirafel sabía que quizá no estaba bien pactar cosas con un demonio. Pero decidió confiar en él, después de todo eso era lo que los ángeles hacían, confiar.
Crowley siguió mirando al cielo y Azirafel hizo lo mismo después de soltar sus manos.
Ahí estaban de nuevo, las estrellas lejanas formando parte de su encuentro, testigos mudos de una creación más.
Del fin de la soledad.
Del inicio de algo nuevo.
*★*
Una comisión más terminada para mí querid@ DrStrange632 (en Twitter)Esta personita hizo el bello dibujo de arriba y que también es la portada
Espero les guste ✨
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Sparks ~AziraCrow~
FanfictionUna noche estrellada, un ángel y un demonio, hacen un pacto...