Capítulo 3: Una bendición

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—Axel, de nuevo, tener poderes no te exenta de los problemas, desde ese día tu mamá y yo lo aprendimos... fue... un golpe duro, aunque realmente ese fue el inicio... —Hablaba Rainer de una forma bastante seria, ya se encontraban en casa, estaban sentados en el comedor, Micaela se le notaba que le carcomía el sentimiento de culpa, tapaba con el puño su boca y no mantenía la mirada con su esposo, los 3 jóvenes estaban escuchando con atención, y en Dax se notaba como el relato le había causado repelús.

—Cariño... eso fue solo lo que inició el problema —Añadió la eriza, quien recomponía un poco sus ánimos— Digamos que fue el debut de las personas con super poderes, cada vez nacían más y más, y con ello, había más problemas—.

—Ah... al día de hoy no es novedad que algún loco esté intentando dominar el planeta, por ahora el que se lleva el premio mayor es ese tal Eggman, pero antes de él había peleles que intentaban usar sus habilidades para salirse con la suya, yo simplemente decidí que quería una vida tranquila con mi familia —Contesto Rainer.

Después de ello se generó un momento incomodo, Dax podía entender por qué nunca había hablado de ello, aun siendo el mayor; Axel por otro lado, asombrado por la anécdota también pensaba profundamente; y Rick por último simplemente ya no quería seguir escuchando, había llegado un punto donde ya le incomodaba imaginarse tal escenario.

— Lamento mucho lo que tuvieron que pasar, yo jamás lo hubiera imaginado —Replicó Dax mostrando empatía con su madre, se acercó a ella y como contestación la eriza reposo su mano sobre la cabeza de su hijo.

—Gracias Dax, realmente aun es difícil hablar sobre ello —Dijo la eriza.

—Aunque de nueva cuenta, nunca tuviste culpa de nada Micaela— Interrumpió su esposo—Simplemente tuvimos mala suerte— Añadió, la eriza no respondió nada, aunque le dolía, sabía que tenía razón.

—Bueno... si no hay nada más que contar o quieran añadir, es hora de irse a descansar, mañana tengo que salir a arreglar algunas cosas con Valentín— Dijo Rainer levantándose de la silla, sus hijos también lo hicieron, aunque parecían haber sido regañados, la anécdota solo había hecho pensar más a Axel, quizá no de la forma que hubiese querido su familia.

Todos los erizos tenían cuartos separados en la parte de arriba, cuando Axel se fue a la cama no podía evitar tener pensamientos aun contradiciendo las ideas de su padre, cómo es que el temor les había ganado, por qué se les había hecho mejor idea resignarse a vivir en un pueblo tan pequeño, habiendo estudiado carreras que les pudieran dar una mejor vida, y si realmente, tener un don era así de malo, quizás el tener poderes les brindaría la posibilidad defenderse con mayor facilidad, en fin, el joven erizo creía que había más beneficios que perjuicios, con esa idea en mente procedió a taparse con su cobija y dormir.

Al día siguiente terminando de hacer sus labores en casa éste salió fuera para visitar a su amigo Ice, comúnmente ellos se quedaban en la pequeña plaza jugando algún deporte como soccer o basquetbol, mientras platicaban de su día a día.

Mientras Ice tomaba un sorbo del jugo que llevaba en mano, podía notar a su amigo más serio de lo normal.

—Y... ¿Ahora que paso? — Indagó Ice.

—Lo mismo de siempre, mi papá dándonos el sermón— Respondió Axel botando una pelota que traía en manos.

—¿No has pensado en qué quizá tiene razón? — Dijo Ice.

—Dime Ice... ¿Planeas quedarte a vivir siempre en este pequeño pueblo? — Volvió a hablar el erizo con ojos rojos evadiendo la pregunta.

—Eh... pues para ello tendría que ahorrar mucho y conseguirme un departamento en otra ciudad, no es imposible, pero... ya sabes que no ganamos mucho vendiendo vasijas — Respondió un tanto confundido el erizo blanco.

Axel the Hedgehog (Prologo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora