Cenizas del pasado

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Había una vez una mujer llamada Kotoha. En su juventud, el mundo parecía sonreírle. Se casaron con el amor de su vida, y juntos construyeron un hogar lleno de risas y alegría. La vida era como un cuento de hadas, hasta que un día, un anuncio inesperado cambió el rumbo de su felicidad.

Kotoha estaba embarazada. La noticia que normalmente llenaría de felicidad a una madre potencial, en su caso, tejió una sombra de desdicha sobre su corazón. A medida que los meses pasaban y su vientre crecía, una oscuridad se infiltraba en su alma. Inosuke, su hijo, llegó al mundo en un día oscuro y tormentoso, y junto con él, la oscuridad interna de Kotoha también se hizo presente.

Luchó contra los instintos que comenzaron a despertar dentro de ella. A menudo se encontraba a sí misma luchando contra un hambre que parecía insaciable. Pero lo más difícil era mirar a los ojos de Inosuke, su propio hijo, y resistir la tentación. Intentó protegerlo, alejarse de él, pero una noche, la lucha interna se volvió insostenible.

Kotoha abandonó su hogar, desesperada por no dañar a su propio hijo. Pero el hambre era implacable. En la oscuridad de la noche, se encontró consumiendo la esencia vital de los seres que cruzaban su camino. Su esposo fue su primera víctima, y ​​el amor que una vez los unió quedó convertido en cenizas, igual que su cuerpo inerte.

Los meses se convirtieron en años, y Kotoha ya no era la misma mujer que una vez fue. Se convirtió en un ser de sombras y secretos, consumida por su propia naturaleza demoníaca. Sus noches se volvieron su caza, su hambre, su tortura personal. El dolor de lo que se había convertido era indescriptible, pero había algo más que atormentaba su mente.

Un día, mientras se encontraba fuera de casa, los cazadores entraron en su santuario. Sus pisadas resonaron como un tambor funesto en su corazón. Los intrusos atribuyeron los signos de su vida demoníaca a su hijo Inosuke, creyendo que él era el monstruo responsable. La tragedia se cernió sobre su hogar cuando los cazadores asesinaron a Inosuke en un acto de supuesta justicia.

Kotoha regresó a su hogar en un estado de agonía indescriptible. Los restos de su vida anterior se habían convertido en cenizas, y el mundo se sumió en una oscuridad opresiva. Pero la tragedia solo fue el comienzo de su sufrimiento. Consumida por la ira y el dolor, Kotoha se convirtió en un remolino de venganza.

Los cazadores que habían arrebatado a su hijo de sus brazos no escaparon a su furia. Una tras otra, las vidas de los cazadores cayeron ante su sede de venganza. Y mientras la sangre manchaba sus manos, su corazón latía en un ritmo que apenas reconocía. La pérdida de su hijo y la transformación en un ser oscuro habían despojado a Kotoha de su humanidad.

En una noche fatídica, Kotoha miró al abismo de su alma rota y dejó escapar un llanto que parecía no tener fin. Sus lágrimas se mezclaron con la oscuridad, su dolor y desesperación llenaron el aire. Lloró tanto que el tiempo pareció disolverse, lloró tanto que ya no sintió. Desesperada y sin rumbo, abandonó su hogar, dejando atrás cenizas y recuerdos.

La historia de Kotoha, una madre que perdió a su hijo ya sí misma en la oscuridad, quedó marcada en el tejido del mundo, una sombra que se desvaneció en la penumbra de la historia, pero que aún resonaba en los rincones más oscuros de la noche.

El Anhelo De SentirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora