Cuando nadie ve ellos dos se comen como si fuera lo último que comerán en su vida.
Cuando ellos ven se llevan fatal.
Pero, a Obito Uchiha le gusta ver el mundo arder.
Y a kakashi hatake le gusta jugar con el peligro.
Entonces, ellos serán más obvios...
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Estoy harto.
Si, harto.
Obito y yo queremos que todos sepan de somos pareja, pero hay un problema.
¿Cuál?
TODOS SON UN PUTOS CIEGOS.
¡Nadie!, ¡Nadie se da cuenta que salimos!
¡Y somos demasiado obvios!
Bueno, hay una persona que sabe.
Gai.
Nadie. Más.
¡Nadie!
Bien, tengo que calmarme.
Tengo una cita con obito y tengo que irme.
Salí de mi casa, hasta llegar al lugar acordado.
-¡Kakashi!- antes de que pudiera responder me rodeo con los brazos, abrazándome.
-Obito- dije desinteresado.
-¿Listo?- susurro contra mi oreja.
-Naci listo.
¿Cómo fue la cita?
Se las describiré.
Ramen.
Si, ramen.
-Oye, kakashi.
-¿Si?
-¿Quieres ir a mi casa?
-Claro.
Caminamos hasta entrar en su casa.
-Primero las damas- hiso una reverencia tipo príncipe.
-No soy una dama- se espete, entrando.
-Yo no estaría tan seguro- dijo entrando a la casa y cerrando la puerta.
-¿De que ha…?
Me callo con un beso.
Correspondi, claramente. Al ver eso me mordió el labio inferior, y empezamos a pelear con las lenguas, sentí un cosquilleo cuando empezó a cargarme. Me aferre a su cadera con mis piernas, y empezó a dirigirnos hacia- según yo- su habitación.
Al entrar, la ropa de quedó en el suelo, mientras nos dábamos toqueteos en el cuerpo, baje poco a poco su pantalón y pase una mano por su intimidad, ya dura. Baje el pantalón y empecé a tocarla mientras el jadeaba.
-¡Oye obit…- en seguida voltee hacia la puerta mientras tiraba a obito a mi lado y me tapaba con la sábana.
Obito agarro una almohada de corazón rojo, como su cara.
-K-kushina-san- obito la miro sorprendido.
-E-Eh- tosió, aclarandose la voz- ¿Que hacían?
-¿Eh…?- me escuche a mi mismo decir- C-creo que debería…
-No- me interrumpió- esperen, vistanse y bajen.
Y eso hicimos.
Con toda la vergüenza del mundo baje las escaleras.
Mire a kushina, sentada enfrente nuestro.
-Porfavor kushina-san no le diga a nadie- la miramos los dos suplicantes.
Queríamos que se enteraran, pero no que kushina les dijera que nos había encontrado en medio del acto.
-¡Claro!- nos miro con una sonrisa.
Al día siguiente ya todos nuestros conocidos lo sabían.
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Escribí esto cuando estaba con mis padres y fue incómodo nivel 1000
