7.GULF

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A pesar de las pocas horas que he dormido, el sonido de Alexander cantando me despierta inmediatamente.

Todo el cuerpo de Mew se enreda con el mío y, si las circunstancias fueran diferentes, me quedaría aquí mismo y lo despertaría lentamente con mis manos y mi boca.

Pero Alexander necesita la supervisión de un adulto y yo quiero que Mew se quede durmiendo.

Deslizándome por debajo de él, rezo para que no se despierte mientras entro en silencio en la habitación de Alexander.

Está sentado, agitando los brazos y cantando alegremente.

—Buenos días, Alexander—, le digo, con la voz un poco más alta que un susurro, sin querer asustarlo.

Aunque ya nos conocemos, verme a mí, en lugar de a Mew, a primera hora de la mañana puede ser un choque para la rutina de Alexander.

Pero cuando baja de la cama y me toma de la mano para llevarme al baño, agradezco que parezca estar bien con el cambio de su rutina.

Espero a que vaya al baño y se lave las manos, y luego nos dirigimos a la cocina, donde Alexander agarra su tablet del cargador y se acomoda en el sofá.

Mientras hojea los distintos episodios de la serie que está viendo, me preparo un té de menta y busco en la despensa la mezcla para panqueques que Mew suele prepararle para el desayuno.

A los siete minutos de buscar, me doy cuenta de que Mew no utiliza una mezcla para panqueques, sino que los hace él mismo, desde cero.

Y eso está tan por encima de mis habilidades como para considerar darle a Alexander una tostada con mantequilla y esperar que se la coma.

—Pareces un poco perdido.

Me asomo desde la despensa y veo a Mew apoyado en la encimera y observándome.

Su voz es somnolienta y sexy, y ahora que sé exactamente a qué se asemeja y a qué sabe, no podría evitar que la baba me saliera por la comisura de los labios aunque lo intentara.

Con una preciosa sonrisa en la cara, se acerca a mí, me agarra la barbilla y me cierra la boca. —Así atraparás moscas—, bromea.

Deja caer un rápido beso en mis labios antes de desviar su atención hacia Alexander.

—Buenos días, amigo—, dice, caminando hacia él. Se sienta en el sofá a su lado, y Alexander, de forma poco habitual, salta a su regazo, abrazándolo.

—Vaya—, dice. —¿Alguien me ha echado de menos?

Le devuelve el abrazo a Alexander y se quedan sentados en silencio, la imagen exacta de una familia perfecta, y me duele el pecho sólo de pensar en que alguien entre e intente arruinar eso.

Tragando, intento encontrar mis pensamientos y mi voz. —Esperaba que durmieras un poco más—, le digo. —Pero como no sé hacer panqueques desde cero, probablemente es un buen momento para ello.

Se ríe y entonces levanta la cabeza de Alexander para que le mire. —¿Panqueques para el desayuno?

Alexander asiente. —Panqueques, por favor.

—Ven, vamos a enseñar a Gulf a hacerlos.

Con la tablet a rastras, Alexander sigue a Mew, entusiasmado.

—Bien, ustedes dos—, nos dice Mew a mí y a Alexander. —Ustedes tienen que mirar hasta que yo les dé instrucciones, ¿de acuerdo?

Asiento con la cabeza mientras veo cómo Mew levanta a Alexander y lo coloca encima del mostrador, dándole la vista perfecta.

QUERIENDO MAS - MEWGULFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora