Capítulo 2. Familia podrida

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— Lady Melisa ¿Disfruto su paseo? — Pregunto una sirvienta mientras tomaba la sombrilla.

La muchacha se retiró los guantes largos y soltó sus largos cabellos ondulados.

— Por supuesto, ninguno me quito la mirada. — Dijo orgullosa, refiriéndose a las personas que paseaban.

Entro a su habitación, la cual era bastante grande y decorada con tapis magenta. El tercio pelo y la seda de alta calidad eran vistosos. Las joyas y perlas se juntaban entre los cajones.

El gran balcón que tenía una excelente vista hacia los grandes jardines de rosas y a las imponentes montañas que protegían la zona.

— ¿Mi padre salió? — Pregunto mientras se sentaba en su sofá.

— Así es, partió temprano hacia el Castillo de Blois para ver a su majestad el Príncipe Regente.

Una sirvienta tenía una taza de té preparada y la coloco en la mesita frente a Melisa. Ella tomo la taza y bebió un sorbo.

— Entonces ¿Qué hace el carruaje de Sir Béthune cerca de la entrada? — Dejo su taza. — ¿Mi padre pidió otra orden de vestidos para mí? — Pregunto emocionada.

La doncella se puso un poco nerviosa y dudaba de responder, pero conociendo la insistencia natural de su señorita, hablo.

— En realidad fue llamado por Lady Louise, su hermana. Mi lady.

— ¿Louise?

‹‹ Ha si, esa mocosa que se la pasa en andrajos y sin vergüenza ¿Por qué lo habrá llamado? Nunca pareció tener interés en la ropa. ››

— Supongo que va siendo hora de visitar a mi hermana. — Se levanto y tomo su abanico decorado con hortensias. — La hora del té apenas está empezando.

Sin esperar una respuesta, Melisa se encamino a la habitación de Louise.


Por su parte, Louise se encontraba hablando con Sir Béthune, el modista favorito de la familia Angers. Un hombre de mediana edad, de personalidad perfeccionista y pocas palabras; si pronunciaba palabra era para decir lo que tenía que decir.

— Unas cuantas monedas de plata serían suficientes para al menos cuatro modelos de vestidos de la mejor calidad ¿No es así?

— Mi Lady ¿Usted desea solamente estos diseños? Si me permite, tengo mas de estos vestidos con la más alta calidad de telas y joyas.

— Lo sé, perfectamente Señor. Pero solo quiero calidad, no quiero destacar. Estoy segura de que ha hecho trabajos increíbles y hace honor a su apodo como "El costurero de oro".

Louise se tocó el corazón.

— Por eso confío que sé qué hará un excelente trabajo incluso si los diseños no son los más sofisticados.

Sir Béthune observo con atención a la señorita que estaba delante suyo. Las ropas que llevaba puestas se asemejaban a una túnica para dormir y su cuarto no destacaba en nada.

Como si en vez de ser la nieta de un monarca, fuera la hija de un aristócrata venido a menos.

Y ¿Solo pedía diseños que no destaquen? ¿No era eso una desventaja para ella, siendo la cuarta hija de unos Duques?

Podría pedir los diseños más elaborados como su hermana mayor, pero quizás es una persona más ahorrativa o no tenía lo suficiente.

— No lo piense mucho Sir. Se que usted podrá realizar unos vestidos satisfactorios. — Dijo con una sonrisa amable. — Incluso con estas miserias de monedas, tiene mi plena confianza.

Los ropajes impuros de la princesa locaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora