La repetición I [SwanQueen]

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Previamente...

Regina sabía que hoy sería el día de devolver lo que una vez le quitaron. No estaba segura de cuánto tiempo más estarían aquí o qué pasaría una vez que esos recuerdos regresaran, pero en este punto estaba segura, por la revelación de amor de la gran Emma anterior, de que el Salvador estaba listo para tomar conciencia de su viaje.

Un cuerpecito se agitó y se acomodó. Pase lo que pase, Regina sabía que sería una aventura interesante con el pequeño todavía al mando. El sueño que tanto necesitaba la invadió mientras acercaba a Emma.

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-Flash back... Noche del hechizo-

"Explícame por qué no podemos hacer esto al mismo tiempo". Emma miró nerviosamente las botellas gemelas sobre la mesa del estudio; uno amarillo y otro morado.

Regina tomó una mano pálida y temblorosa. "Primero tengo que guardar tus recuerdos en el atrapasueños y almacenarlos donde tendré acceso a ellos en nuestra nueva vida, además de silenciar tu magia. Serán sólo unos minutos y simplemente dormirás hasta que yo beba el mío. Una vez que ambos hayamos consumido las pociones, el hechizo comenzará".

Los ojos verdes se convirtieron en charcos húmedos. "Te extrañaré. No recordaré nada de esto allí".

"No sabrás nada diferente, querido corazón y estaremos juntos todo el tiempo".

"Tengo miedo."

"Yo también. Un poquito de todos modos". Sintió los brazos de Emma alrededor de su cuello y ella le devolvió el abrazo. "Se sentirá como si el tiempo estuviera avanzando como debería mientras estemos allí, pero será sólo un momento aquí en este mundo. El último en dormir es el primero en despertar. Te estaré esperando aquí cuando regresemos".

Emma tomó la botella amarilla que le ofrecían y la descorchó. "Te amo."

"Y yo tambien."

Mientras el líquido pasaba a través de los labios rosados ​​y bajaba por ese largo cuello, los ojos de Emma se pusieron en blanco y cayó hacia los brazos que esperaban de la Reina. Regina recostó el peso fláccido en el sofá y ajustó el cuerpo de Emma para que estuviera cómoda. Agitó una mano sobre la rubia que descansaba, silenciando la magia interna hasta que regresaran del hechizo para que no se transfiriera a su nueva vida. La morena se desabrochó el collar de cisne y se dirigió con tacones al escritorio, regresando con el atrapasueños deletreado.

Los dedos se tomaron un momento para quitar un mechón suelto del rostro pálido antes de pasar el receptor sobre la cabeza rubia. Brillaba y fragmento tras fragmento comenzaron a tejerse entre los hilos tejidos, pegándose como gotas a una telaraña después de la lluvia. Cuando el último recuerdo desapareció, agitó su mano sobre Emma, ​​reemplazando lo que había tomado con recuerdos temporales donde ahora había agujeros.

Rápidamente guardó el atrapasueños y el collar donde pudiera acceder a ellos en su nueva vida; un camión de hechizos que actuaba como transporte entre mundos. Tomándose un minuto para pensar, hizo un gesto circular sobre su mano. Un cosquilleo irradió por toda la casa desde la habitación de Emma en el piso de arriba. Tenía la sensación de que la decisión que acababa de tomar sin el Salvador sería necesaria a su regreso y dudaba que tuviera suficiente poder para hacerlo en ese momento.

La Reina se recostó en el sillón y respiró dolorosamente mientras vertía la mitad de su magia en la pequeña botella que tenía entre sus dedos. El líquido se calentó y luego se enfrió cuando el Guardián pagó el último precio del hechizo. Agotada de una manera que no se había sentido desde antes de tener sus poderes, Regina se mordió el labio, odiando la vulnerabilidad que tomó el lugar de la magia.