Narrador Omnisciente.
Una venganza se asemeja en ella, un deseo se cumple en ella... Su sangre es tan insignificante como el, sus gritos, sus sollozos... Todo de el es insignificante. Y bastante.
—¡Deja de gritar! Solo son unos rasguños—La rubia le sonrió, esta era su manera de saciar su venganza, de seguir cuerda... Bueno, algo cuerda.
Aquellas emociones que estaban en ella eran débiles, sentía el deseo de la compasión, pero se negaba a ceder en sus sentidos. Quería muerte, venganza, victoria... Solo deseaba cumplir su objetivo, en pocas palabras; matarlo.
Maelle clavo su daga en la pierna del italiano, al estar sentado, está llego muy profunda, logrando así un gran grito de dolor por parte de él castaño.
—Son solo juegos en nuestro inicio, D'Angelo. Aún no llegamos al momento que más disfruto.—Esa sonrisa que adornaba su cara, su distintivo.
—Maelle... ¡Lograste que ruege por seguir respirando! ¡SOLO DEJAME VIVIR! Haré lo que pidas... —Su cabeza se hizo para atrás ocultando así las lágrimas en si rostro.
—¿Creés que llorar es debilidad? Lo es cuando el momento es malo, pero tu estás muriendo... Deberías disfrutar tus últimas lágrimas, disfruta esos bellos cristales de sangre.
Estaba insaciable, no había cosa que le causara más satisfacción.. Nada como el dulce olor a venganza, el dulce momento de encontrar oro rojo...
—¡Mi familia te asesinara si acabas conmigo! —Le miró directo a los ojos. Aquellos ojos que comenzaban a hincharse, rojos y cristalinos, tan débiles...
—Tu familia me la resbala.—Soltó y le guiñó un ojo.
Sus gritos le serían de ayuda para formar un clásico musical, algo único y majestuoso, tan satisfactorio... Solo era el inicio; destruirlo por fuera y luego comenzar a destruirlo por dentro, acabar con su sangre y hacer que esta misma sea eliminada, totalmente derramada, un desperdicio de tiempo, pero una escena satisfactoria.
(...)
Tras de ella, el estaba ya desatado, recostado sobre un charco de sangre, herido, tan débil y vulnerable...
—Eres una... S-solo... Pudrete en el infierno...—Decía, apenas y hablaba.
—Yo soy el infierno, D'Angelo. Justo caminare hacía mi trono donde vere como ardes aún más en el fuego.—Salió de aquel sótano.
Hace horas le había indicado a Jacob abandonar el lugar, no iba a terminar pronto mi cometido, así que no iba hacerlo esperar. Cerca de ahí había un local en donde ingresé, sentía miradas sobre mi; caminé hasta un vestidor y una de las empleadas se acercó a mi, engregandome algo de ropa.
Frente al espejo me desvestia y colocaba la ropa limpia en mi, me deshacía de mi distintivo; fuera cabello corto, regresamos a una simple civil.
Tom Kaulitz.
Ahí la tenía justo enfrente de mi, diferente, pero sabía que era ella. Esa risa era única.
—¿Inicio de la pesadilla?
—¿Que haces aquí, Tom Kaulitz?
—Pregunte primero.
—Invades mi propiedad.—Sonrió.
—¿Me dirás tu nombre?
—Son muchas preguntas.
Obsesiva con obtener la última palabra. Me acerqué a ella con lentitud, debía saber su nombre cuanto antes, no había respuesta de quién era en internet o noticias... Solo el misterio.
—Preciosa... Solo dime tu nombre.
—No mereces saber el nombre de algo tan letal.
—El papel egocéntrico es malo en ti.
—Nunca finjo un papel.
—Solo tu nombre...
—Realmente no te interesa.
La sujete de la cintura como esa noche, con firmeza y esperando la respuesta, esta vez si obtendría esa misma. Aquellos radiantes ojos... Tan bellos y únicos, podrían jugar conmigo, con mi mente y hacer que cometa locuras con tan solo verlos... Debilidad, y eso no existe en mi.
—He aquí el destino; la destrucción y el misterio frente a mis ojos... Tan bella y a la vez peligrosa al parecer.—Hizo una sonrisa ladina ante mis palabras.
—Yo tengo a la misma sobra de la muerte ante mi. Sujetando mi cintura, oprimiendo la verdad y deseando lo prohibido.—Contestó.
No era de mucha paciencia, se ha notado. Tengo un tablero, reglas y victorias, necesito solo una cosa y es algo fácil de otorgar.
—Preciosa... —Le sonreí ladino—. Es una petición simple.
La sujete con más firmeza, acorralandola en una habitación que estaba en ese sótano, cerrando la puerta y tomándola del cuello sin brusquedad. La punta de mi arma rozó contra la piel desnuda de si abdomen, no se inmutó, al contrario, solo sonrió. Debería acostumbrarme a esta actitud psicópata.
—Nombre y apellido, respuesta simple.
—Uh... ¿Ahora nos enojamos? —Soltó una risa.
—Preciosa...—Mi arma hacia presión en su abdomen.
—Veo que no disfrutas el juego, bien, ganas tu—Dijo, sin borrar ese deslumbrante embrujo—. Olive... Olive Jenkins.
—¡Jefe...!
—¡Largo, ahora!
Al girar mi cabeza, sentí como algo frío se posó en mi cuello al instante.
—¿Quieres cometer un deja vu? —Rió.
Un amargo recuerdo volvía a mi. El filo era tan letal y a la vez glorioso, no pasaba a más de la presión necesitada.
Ha simple vista no era misteriosa, no había secreto que ella ocultase, no había pruebas de que cometiera una mentira pecaminosa, pero es engañosa; sonrisa despreocupada y esos ojos de cristal, brillosos y de un azul magnífico, letal ante el mundo cometiendo el delito de la destrucción, de la perdición total.
Era tan radiante y única, despreocupada y magnífica, una combinación perfecta para un monstruo... Ella podría necesitar uno, un pecado junto a otro, una letalidad junto a otra.. Dos polos en el mismo rumbo, similares pero a la vez distintos, únicos e indestructibles. Mentiras indecibrables, verdades engañosas, muerte asegurada y paraíso letal, oculto en las sombras del infierno y las llamas del pecado.
He aquí la sombra de la destrucción, veneno puro, respirando y caminando por ahí, cometiendo un delito, despojando la verdad, ocultando secretos, pero despistando la realidad...
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𝐂𝐑𝐔𝐄𝐋 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐍𝐓𝐈𝐎𝐍𝐒┃ᴛᴏᴍ ᴋᴀᴜʟɪᴛᴢ
FanficSus intenciones son crueles, más las mías no son la excepción, el se interpuso en mi camino por cuenta propia. El, una pieza mal colocada en mi camino, alguien el cual es imposible olvidar, más no quiero tener, arruina mi rumbo e intenta que yo ceda...