Pasear por los jardines en Aurora era precioso para Hanna. Cada pétalo que se movía junto a la brisa frezca de la tarde, era una danza que se esfumaba, al igual que sus pensamientos.
Pero eso solo era temporal.
Después de todo, el estrés y la ansiedad eran su única compañía cuando supo que su amiga y hermana de corazón, Khai Blackthorn, era víctima de un hechizo que la transformó en un dragón oscuro gracias a Lilith Fenris, una Luciferis de buen potencial.
Suspira, como de costumbre y escucha que alguien se acerca a ella.
-¿Tomando un poco de aire?
Era Aamon, su padre, un dragón guardián.
-Lo que puedo...
Él sonríe con comprensión.
-Entiendo. Sé cómo te sientes, pero debes aguantarlo si quieres salvar y ayudar a tu amiga.
-Sí, lo sé.
-Vuelve adentro. Está frezco y quiero contarte algo.-La chica lo miraría curiosa.
-Bueno, no pierdo más tiempo entonces.
Ambos vuelven dentro del castillo. El padre la llevaría al gran salón, donde se encontraba la Corte Real discutiendo sobre cómo un grupo de guardias quedaron calcinados por un dragón y todo el bosque hecho casi cenizas.
-¡Lo juro!¡Todos muertos!-Hablaba una mujer horrorizada.
-¿Quién ha dicho eso?
-¡El señor Aamon!
Hanna mira a su padre.
-¿Y eso?-Pregunta con urgencia de saber a detalle.
-Seguí al Cónsul y a los hombres que llevó de manera estúpida a su muerte. Claramente llegué tarde.
La joven se sentía algo mal por ello. A pesar de que el cónsul era un hombre testarudo y cerrado de mente ante la magia, era horrible pensar que murió calcinado junto a hombres inocentes.
-Khai los mató, y luego-
Un barullo que provenía del bosque se escuchaba cada vez más cerca.
De pronto, criaturas mágicas salen de estos, algo asustados y algunos heridos. Entre ellos habían elfos también. Se los veía tristes, furiosos, malheridos algunos...-¿¡Quién de ustedes es la Consejera Real!?-Señaló una elfa de aspecto estricto y malhumorada.
Esa era Hanna. Hanna Wytte. Era la Consejera Real, bruja mitad sangre dragón, amiga y mano derecha de la reina de Aurora, Khai.
-¡Por favor!¡Todos calmense!
Se escuchó una dulce voz entre la multitud.
Era Vega Sirio. La princesa del reino Cassiopeia:dulce y hermosa, armoniosa y delicada, divertida y solidaria.
La rubia se acercó a la elfa, quien tenía el ceño fruncido y una mirada desconfiada.
-Me presento. Soy Vega Sirio, princesa del-
-No me interesa. Pregunté por la Consejera Real-Interrumpió bruscamente.
Terminó por divisar a Hanna y se acercó rapidamente a ella.
-¡Tú! ¿Has visto nuestro bosque? ¡Todo hecho cenizas!
-A-acabo de enterarme de lo sucedido, señora.-Respondió
-Soy Meleys, líder de los elfos del bosque, y tu reina destruyó nuestro hogar.
-Estamos encargándonos de eso.-Se interpone Aamon.
-Pueden quedarse aquí mientras tanto.-Se mete Vega.
Meleys hace una mueca de molestia, pero termina aceptando.
Algunos cuervos volaban alrededor del castillo, y aunque estas aves son normales, nunca se las veía allí, y menos que sean varias.La elfa se había quedado mirándolos, mientras que la princesa había tranquilizado a las personas y a las criaturas mágicas junto a Aamon.
Meleys se acerca a Hanna y le susurra.
-Si quieres respuestas o ayuda, sigue a los cuervos.-Se aleja y vuelve con los demás elfos.
Hanna queda pensativa y dudosa ante su respuesta. Apenas conocía a Meleys y hacerle caso podría costarle algo.
Pero, ¿Qué otras opciones tenía?
El hechizo de Khai iba a ser permanente en cierto límite de tiempo.
Entonces, ¿Lo haría?Sí, lo hizo.
La joven se adentró al bosque, donde los cuervos la guiaban a las profundidades de este. Alrededor solo era pura flora muerta y hecha cenizas. El aire era algo pesado y asfixiante.
Las aves parecían reducir el vuelo, lo que indicaba que Hanna habría llegado al lugar en donde hallaría una "solución".A algunos metros de distancia, se nota la presencia de alguien en las sombras. Los cuervos estaban posados en las ramas de árboles chuecos y secos. Uno en específico bajó al hombro de esta persona, la cual hablaba con este pero no se le entendía.
Hanna se oculta detrás de un tronco y lo observa.
-¿Qué?¡Agh!-Se escuchó un suspiro. Parecía ser un hombre.-Entiendo. Está bien.
Los cuervos comienzan a chillar. Se mueven y lo hacen aún más cerca de la chica.
-Puedes salir de donde estás. No es como si realmente tuvieras opción. O como si no me hubiera dado cuenta antes...
La chica maldice a sus adentros y sale de su lugar con resignación o alternativa alguna.
-Ni siquiera tienes idea de quién soy y todavía actuas hostil y distante...
Finalmente se da la vuelta y quita su capucha, revelando su rostro y hablando con mucha serenidad.
-Buenas tardes, señorita Wytte.