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Lágrimas de traición surcaban los ojitos de la morena, su pequeño corazoncito dolido.
── ¡Soli!──gritó Jiwoo al ver llorar a la coreana desde lejos. Se distrajo un poco con Chaewon, pero ahora que buscaba a Bae con la mirada desde la caja de arena se encontró con que ésta estaba llorando, y ella no quería que su hermosa esposita estuviera llorando, por ninguna razón.
── ¡Jinie Solie!──se levantó dispuesta a correr para acunarla en sus brazos, pero Lisa le sostuvo la mano, impidiendo que esta lograra avanzar.
── ¡Jiwoo!──la pelinegra forcejaba para liberarse del agarre de la castaña──¡No te vayas!
── Quiero... ir... con.... Soli──hablaba pausada, diciendo una palabra y luego tratando de que la soltaran. Chaewon se enojó por la preferencia de la nipona.
── ¡Si te vas ya no voy a jugar contigo nunca!──amenazó.
── ¡Bien!──dijo Jiwoo──¡Prefiero estar con Solienie y nunca jamás hablarte!──finalmente la soltó y Jiwoo fue corriendo hacia la de mirada de bebé pollito, las niñas apartándose para que la coreana abrazara a la niña que lloraba.
── Jiwoo...──sorbió su nariz.
── ¡Solie! ¿Por qué lloras?──le dio un cálido abrazo, apretando el torso de Bae con sus brazos lo más fuerte que podía──¡Ya no llores Solienie, por favor deja de llorar!──tratando de tranquilizarla comenzó a repartir besitos por toda la carita de Sol, sin dejar de abrazar el menudito cuerpo.── Jinie...──al ver que no paraba de llorar, ella también comenzó a crear gotas saladas de agua en sus ojos.
Las pequeñas estuvieron varios minutos abrazadas, sin poder parar de llorar, mientras solo eran observadas por las mujeres que poco comprendían lo que pasaba.
── ¡No me dejes, Jiwoo!── dijo la coreana
── ¡No voy a dejarte nunca, Jinie!──ya ambas estaban felices, pero aún no podían para de llorar. Aún seguían asustadas por casi perder a la otra. No volverían a perderse nunca más.
Las amigas de la hermana mayor de Bae, al ver que las dos no paraban de llorar, fueron contagiandose de a poco, comenzado así a derramar lágrimas de empatía, sollozando ruidosamente.
── ¡Jiwoo!──se acercó Chaewon──¡Perdón por lo que dije, juega conmigo!──se disculpó, también llorando.
Ahora Sullyoon no sabía qué hacer con las seis niñas que lloraban a mares.
── ¡No!──le negó Bae, mirándola entre las gotas saladas con odio──¡No te puedes acercar a mi esposa!──la abrazó posesivamente, ocasionando que la pelinegra se sentara en sus piernitas.
Chaewon empezó a llorar más fuerte, las demás niñas también, víctimas de la empatía. La gente miraba curiosa a las niñas lloronas, preguntándose él por qué de su berrinche.
Una avergonzada Sullyoon encendía su teléfono, llamando a su esposa por algo de ayuda. A este paso ella también terminaría llorando.
Las pequeñas creadoras del llanto seguían pegadas como chicle, ajenas a los demás.
── ¡T-Te amo Solienie!──dijo Jiwoo, hundiendo su cabeza en el pecho de la morena.
── ¡Yo también te amo, Woonie!──respondió, acariciando sus mechones castaños.
Aún no dejaban de llorar, pero por lo menos su confianza estaba fortalecida ahora. Y ya no dudaban del amor de la otra, ni de que la fuera a cambiar por alguien más.
Limpiaron las lágrimas de la otra para besar sus húmedas mejillas y tibios labios. Sus corazoncitos alegres de nuevo.
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