- Bueno chica, empecemos - rió
Stephen con una sonrisa pervertida.
- ¿De verdad te crees que voy a hacer lo mismo que la rubia esa?
- No lo creo. Estoy seguro.
Iba a abrir la boca pero Stephen se me tiró encima y me cogió de las muñecas.
- ¿PERO QUÉ HACES? - le grité histérica.
- A ver si te queda claro, niñata: o haces lo que te digamos, o vas a acabar muy mal.
- No me lo creo.
Stephen me soltó un momento.
- Sabes que no puedes salir de aquí, ¿verdad? Ahora somos lo único que te separan de la libertad, y si quieres volver a tu casa pronto con tus padres, tendrás que hacer lo que te digamos.
- Si salgo de este lugar, estoy segura de que será por mi cuenta y no gracias a vosotros.
Stephen me miró con odio y me pegó una bofetada que me dejó la mitad de la cara roja. Me dolía mucho.
- Quítate la ropa si no quieres que te vuelva a pegar.
Dudé un momento, pero sabía que no tenía otra opción. Si no le hacía caso, acabaría llena de heridas y moratones. Asentí levemente y me quité la camiseta mientra aguantaba las ganas de llorar.
- No te pongas a lloriquear ni te comportes como una cría, me pones de los nervios - bufó Stephen.
Me enjugué las lágrimas, respiré hondo y me desnudé entera, muy incomodada por la mirada de Stephen, que no se quitaba ni un momento de mi cuerpo.
- Listo - dije.
- No estás tan mal como pensaba - respondió observándome.
Yo sólo estaba ahí, de pie y con las mejillas sonrojadas por la vergüenza, reteniendo los llantos.
Stephen me puso las manos en los hombros y me echó para atrás, tumbándome en la cama.
- Bueno, empecemos a jugar, preciosa.
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We found love in a hopeless place
RomanceSegún una antigua famosa leyenda japonesa: un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar el tiempo, lugar o circunstancias. Pero y si encontraras a tu otro hilo rojo sin haberlo pedido ni querido? Esta e...