Ya estaba despierto cuando sonó la alarma. Últimamente, apenas pegaba ojo. Como siempre, había sido incapaz de no pasar la noche dándole vueltas a mi cabeza, de un lado al otro. Cerraba los ojos, dormía un máximo de una hora, y como un siempre puntual reloj, mi cabeza me despertaba y me arrebataba el poco sueño que había logrado conciliar. Me levantaba, iba al baño, me lavaba la cara, volvía a la habitación, abría la ventana, encendía un cigarro, me volvía a tumbar, me encendía otro cigarro... Así noche tras noche, repitiéndose el mismo patrón una y otra vez. Siempre había padecido de insomnio, pero los últimos meses, la situación se había agravado.
Sin ningún ánimo o motivación, me forcé a librarme de las sábanas y ponerme de pie, preguntándome por qué si quiera lo intentaba ya. Abrí el armario y me puse lo primero que encontré. El mismo chándal de siempre, que ya pedía tierra, y una camiseta blanca de asas idéntica a otras 5 que tenía. Me cubrí con una chaqueta ancha y salí de la habitación.
En la mesa de la cocina, había algo de dinero que mi madre me había dejado antes de irse a trabajar. Me dejaba siempre lo suficiente como para poder comer algo en el instituto, y asegurarse de que no pasase hambre. Se me vino a la mente la discusión que habíamos tenido la noche anterior y me volví a sentir una mierda de persona, hablaría con ella por la noche. Sin desayunar, como de costumbre, cogí las llaves de casa y entré una última vez en el cuarto de mi abuela para comprobar que todo estuviese bien.
Cuando salí del portal, el frío volvió a golpearme de imprevisto. Pensé en subir de nuevo a coger alguna prenda que abrigase más, pero entonces no me daría tiempo a coger el bus para ir a clase. Decidí resignarme y caminé hasta la parada bajo el cielo aún cubierto por el manto de la noche. Cuando llegué, el bus aún no había pasado y aún le quedaban unos cuantos minutos. Me hubiese dado tiempo a subir a casa. Cogí mis auriculares y encendí el móvil para poner música, pero olvidé lo que iba a hacer cuando vi notificaciones de Erea en la pantalla. Eran mensajes de hace un rato.
-Buenos diaas. Creo que hoy si tendré un rato para vernos :)
Al instante empecé a escribirle una respuesta, pero caí que me había respondido hace unos minutos a un mensaje que le envié hace horas. No me había dado las buenas noches, no me había preguntado como estaba. Simplemente, parecía que se hubiese olvidado de mi. Sé que estas cosas son tonterías, y que debería de darles tal importancia, y de verdad que lo intentaba, pero dolía. Cada vez empezaba a ser más consciente de que se estaba yendo todo a la mierda, y la intuición nunca me fallaba. Elegí la canción en la que llevaba pensando día y noche y volví a guardar el teléfono en el bolsillo, justo al momento que pude distinguir mi bus acercándose a paso lento, incluso parecía que él también acabase de despertarse.
Ya en el bus, conseguí sentarme y me distraje viendo la ciudad despertar a través de la ventana. Al igual que todos los días a esa hora de la mañana, me preguntaba quién sería toda esa gente. ¿A dónde irían? ¿Tendrían familia? ¿Serían felices? Me costaba pensar que cada una de esas personas tenía una vida completa igual que la mía, tenían una historia, que narraba de dónde venían y hacia donde iban. ¿Tendrían esas personas claro su destino?
Mientras el bus se iba llenando poco a poco en cada parada, noté el móvil vibrar en el bolsillo. Pude ver que Rafa me estaba llamando.
-Dime -le dije cogiendo el teléfono.
-¿Del uno al diez, cuánto me quieres? -respondió en tono sarcástico. Podía imaginarme su sonrisa de idiota al otro lado de la pantalla.
-¿Qué coño quieres? -respondí irritado, aunque la situación nunca dejaba de hacerme gracia.
-Puede, y solo puede, que la alarma no me haya sonado. O sí haya sonado y no me haya despertado. O sí me haya despertado y la haya apagado. Un par de veces. No sé, no estoy seguro. El caso, ¿Si la vieja pasa lista y aún no he llegado, podrías cubrirme? -dijo como si nada riendo. Estaba acostumbrado a tener que cubrirle, así que no me suponía ningún problema, pero jamás dejaría que Rafa lo viese.
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La tercera nube
RomanceCuando Karim se ve atrapado en la peor etapa de su vida, en el momento en el que menos lo espera, la vida arroja algo de luz sobre él. La vida le había dado a Irene pero, ¿Sabrá cuidarla? Lo importante de las personas no es conseguir que entren en t...