Feyre llamó a la puerta pese a que sabía que Tamlin no iba a responderle. Aguardó unos segundos antes de considerar que ya había sido prudente y entró a la habitación que había pertenecido a Norrine desde el primer momento. Tamlin estaba sentado en una silla próxima a la cama con dosel, pálido, los ojos fijos sobre el cuerpo de ella como si fuera a desaparecer en un parpadeo, sombras violetas se podían apreciar bajo sus ojos, cada vez más pronunciadas. Verlo era una forma de resumir la sensación de estar al borde de que el mundo colapsara, que la victoria era un tanto amarga. Pese a que con Lucien le insistían que fuera a dormir, ella tampoco podía conciliar el sueño cuando le tocaba hacer guardia.
—¿Por qué no despierta?
El dolor en aquellas palabras casi le estrujó el corazón.
—Ya lo hará, Tamlin —dijo, dándole un ligero apretón en el hombro, obligándose a sonar convencida—. La magia debe estar terminando de asentarse en ella. —Fue la mejor respuesta que se le ocurrió, haciendo que él soltara un largo suspiro antes de acariciar el rostro de Norrine con el dorso de la mano con reverencia. Apartó el ligero pinchazo que le invadió—. Ve a descansar, yo la cuido.
Tamlin se mostró reticente al principio, incapaz de moverse del lugar en el que estaba hasta que dejó salir un suspiro, obligándose a ponerse de pie, no sin dejar un beso en los labios de Norrine antes de marcharse. Feyre se dejó caer en un diván que había cerca, soltando un largo suspiro mientras mantenía la mirada en el cuerpo que parecía estar durmiendo plácidamente, con un aire que parecía más al de un fae que el humano. Sus orejas habían empezado a afilarse en las puntas, no de la manera en la que lo hacían los elfos, que eran más redondas, sino como flechas, y las cicatrices se veían menos duras, parecidas a las ramas de las vides que se extendían sobre los postes. Dejó caer la cabeza, volviendo a ver el cuerpo tirado frente a ella, a Tamlin destrozado mientras le pedía que no lo abandonara, que siguiera con él. Le debía la vida, y nunca creyó que el miedo a la muerte, una que podía decirse que conocía bastante bien, fuera a ser tan... aterrador. Había olvidado lo que era sentir que las entrañas estuvieran encogidas, que el aire se volviera pesado y pareciera que incluso la pradera se volviera un lugar sin salida. Nesta casi la había acogotado en cuanto estuvieron a solas, gritándole donde había cometido tantas meteduras de pata que era un milagro el que no se hubiera destrozado antes. De no conocerla, no habría notado el dolor y el terror que tenía en los ojos, creyendo que estaba más molesta por la cantidad de veces en las que todo podría haber terminado mal.
Gwyneth no la había soltado por un muy buen rato, abrazándola para asegurarse de que estaba en una pieza, murmurando que se alegraba de que todo hubiera terminado bien. Elain probablemente la habría examinado de la misma forma que lo haría su madre: de pies a cabeza y luego la obligaría a verla a los ojos, como si así pudiera ver sus pensamientos.
—¿Tienes un momento?
La repentina voz a su lado hizo que el corazón estuviera a punto de salir por su boca.
No sabía en qué momento se había dormido o perdido toda noción de los alrededores, lo cual hizo que sus ojos recorrieran el resto de la habitación antes de volver hacia la ventana que permanecía abierta. Rhysand estaba allí, parado en el borde de la misma, mirándola con una ceja arqueada y una sonrisa de medio lado que terminó alterando todo su cuerpo; al momento de levantarse del diván, no apoyó bien la mano para impulsarse hacia arriba y terminó cayendo con un buen golpe en la mandíbula. Gruñó, sintiendo que le ardían las mejillas mientras se levantaba con ayuda de Rhysand, quien de milagro no había pisado sus alas todavía ocultas por el glamour. Debajo del vestido, la máscara se sintió como un arma en medio de una reunión de amigos. Había querido ir al taller de Emerie durante aquellos días y pedirle que cambiara la gema de adorno, la situación simplemente no se había dado y en ese momento le servía un poco.

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Una Guerra de Rosas y Espadas
FanficVALQUIRIAS DE PRYTHIAN 1 Las Valquirias cayeron en la Guerra Negra, perdiéndose en la historia. Nada queda de ellas más que los recuerdos de quienes estuvieron en ese entonces. Sin embargo, si se mira entre las sombras, por el rabillo del ojo, quizá...