What Was I Made For?

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Acerco mi mano al bizcocho, dispuesta tomar un trozo mínimo para degustarlo (lo suficientemente pequeño para que mi madre no lo notara). Cuando mis dedos están a punto de rozar el dulce, una bofetada que me deja todo el dorso ardiendo interrumpe mi intento de probar la masa.

-Aún no- regaña Charlotte, seca, desde arriba.  

Levanto la vista hacia ella, acariciando la zona golpeada y con los ojos vidriosos, pero no me quejo. Refutar contra ella solo puede resultar en más golpes o castigos.

-Ve a buscar a tu padre, dile que la comida ya está lista- ordena la mujer.

Usando la demanda como una excusa para huir de la cocina, subo las escaleras. Deslizando la mano por la barandilla y tarareando, imagino el regalo sorpresa que mi padre tiene preparado.

No es que sea una entusiasta por mis cumpleaños, ya que jamás celebramos en grande o comemos nada muy especial (eso está destinado solamente a los festejos en honor a mi hermana menor). Pero siempre, en cuanto terminamos de comer pastel, papá me lleva a pasear. Solo nosotros dos, visitando cualquier sitio y hablando de todo lo que se nos ocurra.

Aunque, recordando la manera en la que él me despertó y deseó un feliz cumpleaños, pude notar que estaba actuando algo extraño. No había una dulce sonrisa o un fuerte abrazo,  parecía triste. Me dijo algo sobre ser fuerte y cuidar a Faith.

-Papá. El almuerzo ya está listo- aviso, cantarina, llegando al pasillo que da con las habitaciones. 

Frunzo el ceño al no recibir respuesta. La puerta del cuarto de mis padres está entreabierta, por lo que no hay forma de que no me escuche (a menos que esté durmiendo). Camino hasta ella, con un inexplicable nudo en el estómago. Algo no se siente bien.

-¿Papi?- inquiero, inclinándome sobre la puerta, espiando. Lo poco que puedo ver desde mi lugar es la cama vacía, el armario y el tocador-. Papá, esto no es gracioso, mamá va a enfadarse- exijo, entrando a la habitación, buscándolo.

Me paralizo al verlo. Está junto a la ventana abierta, colgando sobre una silla que hay tirada en el suelo. Se balancea con una soga atada al cuello, sus extremidades y rostro están inamovibles. El miedo nace en mi garganta, que se cierra ante la imagen extraña e incompresible frente a mis ojos. Apretando la falda de mi vestido, casi tirando de ella, camino hasta él.

-¿Papá? ¿Qué estás haciendo?- pregunto, cuando estoy a pocos pasos de distancia. Mi voz tiembla, pero sigo sin obtener alguna replica de su parte.

Esperando que él comience a reírse y me diga que volví a caer en una de sus bromas, levanto una de mis manos para tocarlo. Esta vez, cuando mis dedos están por rozar el pantalón repleto de manchas de carbón y tierra, soy interrumpida por el grito de mi madre.

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Acariciando los pétalos del ramo de flores, Eleonora le da una pitada a su cigarrillo y suelta el humo, pensando por dónde empezar.

Ningún vivo deambula por el lugar para hacerle compañía, a excepción de algún que otro pájaro cantor. El cielo (generalmente gris) amaneció despeja, permitiendo que los suaves rayos de sol invernales choquen contra las mechas anaranjadas y la piel pálida. La cicatriz en su ceja izquierda reluce ante al luz matutina.

-Sé que llevo tiempo sin pasar por aquí, pero he estado muy ocupada. Lo juro- murmura, lo último es acompañado por un resoplido al recordar los últimos días-. Me ha estado yendo bien. Nunca había ganado tanto dinero, y se podría decir que tengo una nueva familia. Por lo menos, a veces se sienten como una- explica y larga un suspiro. Su voz se debilita-. También hay un hombre. Él es... es complicado. 

Ain't No Sunshine | Peaky Blinders²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora