Capitulo 2 ♥

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-La latina- Capítulo 2.


- Eso espero -Sonríes-

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Narra la escritora:

El transcurso de clases no fue tan aburrido como pensaste que iba a ser, Ana te animaba en todo lo que podía y te hacía sonreír, eso era ganancia para ella, ya que te admiraba y le gustaba que sonrieras; pues ella sabe toda tu vida, a pesar de que te conoce sólo casi tres años. Siempre te apoyó, cuando se murió tu padre, cuando no tenías dinero y te presionabas mucho, cuando tu madre te golpeó por primera vez o cuando tu hermano también lo hizo.


- Bueno hermosa, me tengo que ir o si no, mi madre me va a regañar -Dice Ana y se dan un beso en la mejilla-

- Está bien Ana, yo me tengo que ir a arreglar para irme al trabajo -Sonríes- nos vemos mañana

- Claro que sí _____, adiós -Se despide con la mano y va a la parada de su autobús-


Tú tomaste otro autobús diferente y llegaste a tu casa en quince minutos, en el autobús ibas escuchando ''Invisible'' y otras canciones más de Big Time Rush, en lo que también ibas adelantando un poco tu tarea, para que no se te hiciera más pesado al día siguiente.

Al llegar, escuchaste música un poquito fuerte, y eso que no habías entrado a casa. Cuando entraste, viste a tu hermano con cuatro amigos más, tomando y fumando, no tenía respeto por ti, por tu madre, por tu casa y mucho menos por él, como su misma persona.


- Daniel -Dejas la mochila y cierras la puerta- saca a tus amigos de aquí por favor, yo no quiero limpiar tus cosas y no quiero que mi madre se enfade conmigo -Dices viéndolo y luego ves a sus amigos-

- Oye muñeca, tranquila, que nos vamos a divertir un poco -Uno te toma de la cintura, había tomado y todavía seguía consiente-

- No, tú y tus otros tres amigos se me largan de mi casa -Te sueltas-

- _____, lárgate a trabajar que esta casa no se mantendrá sola -Te toma del brazo Daniel- y déjame relajarme un poco, que ya me tienes estresado

- Daniel, no, ¿oíste? No, tus amigos se van a ir y se van a disfrutar a otra fiesta -Abres la puerta y sacas a uno por uno, luego le pones seguro-

- ¿Qué mierda acabas de hacer? -Pregunta enojado-

- Sacarlos Daniel -Apagas el estéreo- no tienes respeto por mí, por mi madre y por tu casa, mucho menos por ti mismo -Le dices y te da una bofetada-

- Yo hago lo que a mí se me da la gana ¿oíste? -Hace una voz chillona en ''¿oíste?'', ya que tú lo habías dicho- y tú tienes que ir a trabajar y no meterte en mis problemas. Además Sara se va a coger con cualquier imbécil que se le pare, así es ella. Aun no entiendo cómo no saliste como ella, igual de puta -Dice riendo, cuando le das una bofetada-

- No hables así de mi madre y no le hables por su propio nombre, que también es tu madre. Ella podrá hacer cosas con muchos hombres, pero sigue siendo mi madre y la quiero a pesar de las circunstancias. No vuelvas a hablar así de ella, por favor Daniel -Lo dejas hablando solo y subes rápidamente las escaleras, con lágrimas en los ojos-

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Narras tú:

Traté de olvidar la escena que pasó y allá abajo con mi hermano y me quité la ropa de la secundaria y me puse mi uniforme del trabajo; era de una cafetería de las más prestigiadas de la colonia, algo bueno de trabajar allí era que me pagaban lo suficiente para pagar mis cosas.

El uniforme era una falda no muy corta color crema, con una blusa blanca a botones por enfrente y obviamente mi mandil blanco, y tenía que ir peinada de un chongo y muy presentable. Me cambié y me maquillé un poco, después me hice mi chongo y me puse mis zapatos color crema para tomar mi bolso y bajar las escaleras.


- Uhm, veamos, tengo que agarrar dinero para el autobús dos veces, luego para salir del trabajo y comprar algunas cosas que mi madre necesita -Tomas el dinero de tu alcancía y tomas un suéter que combinaba con el uniforme, pues ya hacía frío-


Tomé el autobús y me senté, me puse mis audífonos y escuchaba canciones que me hacían sentir bien, en serio cómo amo a mis cuatro monoperros, bueno, cinco, porque yo también considero el quinto monoperro a Dustin. Llegué a la parada y me bajé, caminé unos dos minutos y llegué a la cafetería.


- Hola Blanca -Dices colgando tu suéter-

- Hola _____, ¿cómo estás? -Te sonríe-

- Pues, bien -Sonríes- ¿tú?

- También, no me quejo -Las dos ríen levemente-


Narra la escritora:

Blanca era una compañera de trabajo, no era tu amiga, pero sí tu compañera. No le contabas tus cosas personales, porque tal vez iría con el chisme con las demás empleadas de ahí y te verían mal.


- Bueno, entonces, vamos a ponerlos el mandil y a empezar a hacer las órdenes de los clientes -Dices poniéndote tu mandil y tomas tu libreta-

-La Latina- James Maslow y Tu ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora