Just Dress

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Cuando su despertador sonó Sana no lo golpeó como de costumbre y gruñó con enojo por tener que levantarse, al contrario, le dio un delicado toque y se sentó en la cama con una sonrisa

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Cuando su despertador sonó Sana no lo golpeó como de costumbre y gruñó con enojo por tener que levantarse, al contrario, le dio un delicado toque y se sentó en la cama con una sonrisa. El sol aún no había salido, pero para ella era el día más brillante de su vida, el aire que inundó sus pulmones apenas dio una larga respiración la hizo ampliar su sonrisa y estirarse no le había hecho sonar algún hueso ni le había causado dolor como siempre, pues su colchón no era exactamente cómodo. Por primera vez desde que se había visto obligada a vivir en la decadencia, Sana sintió que había dormido como una bebé, aunque durmió pocas horas por costumbre, ella durmió como si no hubiera estado allí sino en otro mundo, flotando en una nube. Se sentía en el cielo.

Buscó a Mark con la mirada, dispuesta a agradecerle la maravillosa noche placentera que había tenido, pero se sorprendió al no encontrarlo por ningún lado, lo que la hizo preguntarse... entonces ¿quién le había proporcionado aquel maravilloso orgasmo? Si su novio no estaba allí ¿quién fue?

Se alzó de hombros, pues no sería el primer cuerno que le pone al imbécil, seguramente fue un revolcón tan bueno que apenas tenía recuerdos de él. Intentó recordar lo que había sucedido, pero lo que recordaba parecía más un sueño.

—Una mujer levantándose de su tumba, já. —rió con sarcasmo y se levantó sonriente de la cama. Encendió la luz de su habitación comenzando con su mañana. Caminó hasta el baño y cuando abrió la puerta, se encontró en el mismo el motivo por el cual se había sentido en el cielo. Allí, parada frente a la ducha, observándola con sus ojos verdes totalmente abiertos por la sorpresa se encontraba Tzuyu, que se sonrojó un poco y ajustó su vestido en sus hombros, dándole a entender a Sana que estuvo usando el baño y ella había entrado sin tocar. —¡Oh por dios, eres real!

—¿Eh? ¿Disculpe?

—¡Pensé que había sido un sueño! Es decir... tú y... lo que... —Sana señaló a Tzuyu; quien se vio ofendida por la forma en que lo hizo; para luego señalarse a sí misma —, es que tú... cuando me mordiste yo... sentí... ¡no hay forma!

—¿Dolor? —preguntó la pelinegra con un gesto de intranquilidad y Sana no tuvo tiempo de responder cuando se acercó a ella curiosa —, no se supone que deba sentir dolor. ¡Debe disculparme señorita Minatozaki, no era m-

—¡No!, no sentí dolor... era más como... pues... —Sana se sonrojó un poco y desvió sus ojos de ella para fijarlos en la ducha —... placer, sentí placer.

—A eso se refiere entonces... —Tzuyu soltó un suspiro, llevando su mano a su pecho como signo de alivio. Le sonrió a Sana y tomó su muñeca, quitando sus vendas y enseñándole la misma a la rubia que miraba curiosa la herida que tenía allí —. Es normal que nuestra presa sienta placer al ser mordida, señorita Minatozaki, de otra forma sería incómodo para ésta, terminaría removiéndose y beber sangre se nos haría difícil. —la pelinegra acarició su muñeca, mirando la marca que le había dejado en ella con un dejo de pesar y suspirando al sentirse culpable por la herida —. Realmente me siento apenada por esta herida señorita, mi falta de tacto podría causarle dificultades en sus actividades diarias, ya que pude haber penetrado algún nervio o tendón.

Towards The Dawn || SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora