flowers

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You've been sending...

Ambos se sentaban en el césped, con la paz abundando sus caras y sus expresiones relajadas. El rasgo más notable de ese paisaje de los sueños era la cantidad de flores que los rodeaban, cada una con una gran variedad de fragancias que al ingresar a las fosas nasales te subirían el ánimo sin gastar tiempo.

El castaño sonreía y el moreno solo mantenía sus párpados cerrados con una sensación de inminente tranquilidad por la buena compañía que tenía, las llamas del sol que quemaban pero a la vez le añadían más detalles al paraíso irreal y el cielo sin interrupciones ni pronósticos indeseados.

Sus espíritus se reunían en una danza etérea sin el propósito de percibir a las sombras en la penumbra, sin dejar ir la mano del otro por la calidez transmitida mutuamente.

El cariño se fundía sin necesidad de palabras. Ellos siempre platicaban y lo hacían minutos atrás, si. Pero a distancia se desprendía lo afectivos que eran con el silencio que en realidad manifestaba demasiado.

Flowers, flowers.

Amaba el cómo Noah cada vez que estaba de pie le extendía una rosácea flor de pétalos diminutos y su tallo verde que era envuelto en el calor de sus dedos. Un sonrojo se expandía en su cara junto el cómo sus labios se movían para formar una mueca tonta y una mirada embobada.

To me. To me. ♡

Él también daba su mejor curvatura enorme y su rubor se esparcía por su rostro, mientras solía posicionar sus manos en su pecho (justo en el lugar de su corazón) y sus ojos destellaban el mismo brillo de un infante emocionado al ver el regalo que sus padres le trajeron sin más espera para satisfacer sus necesidades.

Flowers today... Flowers today.

Le encantaba como Noah venía corriendo con alegría y murmurando pequeñas oraciones acompañados de los suaves bostezos de sí mismo, así el desconcierto siendo su primera impresión hasta apreciar el ramo repleto de capullos nacidos con alegría, calmando sus sentidos con Noah permaneciendo de espectador de la manera en la que Cody agarraba el ramillete, con una gran comisura abierta y brillantes orbes, irrumpiendo en la paz del sabelotodo el cual miraba atónito con un confundido gesto sonriente mientras el ojiazul aferraba el conjunto a su torso, fomentando la conexión con su latir agitado, pensando en diversas cosas hermosas sin permitir que más luz acceda a sus cuencas.

Adoraba todos y cada uno de los detalles que él poseía y le otorgaba, de verdad lo amaba.

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