Detective Work || Good omens S3

2.

Michael siempre odio La Tierra o quizás simplemente no gozo de sus delicias. No era el típico ángel que exploraba o recogía información; No, ella nunca fue de aquel modo, Todopoderoso no le creo para esa función. Por eso, puede que le haya molestado bastante que le encargaran esa misión, puede que incluso le moleste más que sea en La Tierra y definitivamente le moleste mucho mas que dicha misión la complete junto con Uriel.

Uriel siempre fue un arcángel tranquilo, jamás en milenios Michael no pudo presenciar alguna faceta en su rostro que no sea; tranquilidad. Michael incluso se asombró demasiadas veces para ser contadas como podía tomar las cosas con demasiada tranquilidad, tranquilidad que enfurecía a Michael. Un arcángel debía de ser fuerte y no mostrar debilidad, algo que Uriel poseía con creces, pero también saber tomar el mando, algo que Uriel no le agradaba. Siempre prefirió estar en las sombras, a toda costa. Algo extraño porque cualquier ángel desearía estar en su lugar.

El desliz de sus profundos pensamientos fueron interrumpieron por el mismo arcángel llegando a las puertas de metal, donde descenderían a La Tierra. El silencio estaba presente, solamente se escuchaba el chasquido de los zapatos cada vez mas audible hasta que cesaron. Uriel cayendo con gracia a su lado.

Michael no dirigió palabra, y mucho menos Uriel. Cayeron en otro silencio, pero esta vez era mas cargado. Michael no sabe si es por la presencia de Aziraphale haciendo cambios en el cielo o si es de nuevo ese tic tac que no paraba de sonar. ¿Ahora era mas fuerte?. Miro, aun que sea solo un poco, quizás de reojo o muy profundamente a Uriel, quien aun tenia ese semblante serio y sereno. Espalda y hombros rectos. Postura intimidante, pero no para ella. Su piel brillaba por las luces angelicales que rodeaban su ser, incluso esos ojos tan inhumanos tenían algo de brillo, ¿brillo?

Puede que se haya quedado mas de la cuenta admirando a una pintura de un museo. Recuerda vagamente aquel día, el haber visitado ese museo en París y observar una de las pinturas mas bellas que la humanidad podía haber creado y puede, quizás, la mas hermosa que haya. Pero el recuerdo era tan vago que apenas recordaba el nombre y sobre todo la obra. Aun que hubiera querido, ese museo cerro hace siglos.

A lo mejor estaba admirando a una obra de arte, creada por el mismísimo Todopoderoso, tallada por Querubines y admirada por ángeles. Puede ser.

Sonidos de metales chocando entre si y un peculiar campaneo le pusieron en su lugar. Aparto la mirada tan pronto como las puertas metálicas se abrieron. ¿Cuánto tiempo se habría quedado pensando?, ¿Uriel lo habría notado? No, ella no gesticula ninguna expresión. Aun que la duda se quedo en su pensamiento mas tiempo del que deseaba. Marchó hasta la cuadricula de metal, girándose sobre sus talones y posicionándose en medio del montacargas. Uriel le siguió poco después, aun en la misma expresión y silencio que rodeaba su ser.

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Como recordatorio, Michael seguía odiando La Tierra. El Metraton comandó que primero registraran la librería; la cara asqueada de Michael se presentó varios momentos después de que El Metraton no estuviera presente, evidentemente. Uriel le lanzó una mirada unilateral, compartiendo el mismo desdén. Llegando al lugar, pudo percibir de nuevo ese ambiente estruendoso y molesto que le daba dolor de cabeza, mas al que ya poseía con anterioridad. Los humanos les lanzaban miradas, muchas miradas diferentes; percibía asombro, Michael aun que rara vez visitaba La Tierra sin que fuera una orden o obligación, cuidó bastante de su forma humana. Entrenamiento y estiramientos para que sus músculos no se contraigan y le diera aquel ardor molesto que no cesaría. Aprendió aquello por las malas y ahora toma cada estiramiento necesario. Envidia; era normal, ella siempre se hizo presente y hacer que el resto se sintiera inferior, le gratificaba. Y había otra, aun que no supo el porque. Este la mayoría le miraban las mujeres y de vez en cuando algún hombre. Michael pensó que podría ser admiración.