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Con la ayuda de Mariam, la simpática cocinera, empleada y quién sabe qué más, y Josep, el jardinero, chofer y otras tantas cosas, todo estuvo listo para el pequeño paseo.

Habían colocado la silla de ruedas , bien atada, atrás de la destartalada camioneta azul de Gulf. La idea era llevarla al taller para arreglarla.

—¿Estás seguro de que esta carcacha no nos dejará tirados por ahí?

Mew estaba pálido y se aferraba a los costados del asiento de cuero desteñido como si su vida estuviera en peligro.

Había protestado por todo: por el olor fuerte a gasolina al subirse, por el cinturón de seguridad que sólo era un recuerdo, por el movimiento brusco que la carcacha había hecho al arrancar...

Gulf no se dejó intimidar y esperó... Y cuando la camioneta pareció estabilizarse, en una ruta prácticamente vacía, y el aire llenó la cabina con un maravilloso olor a tierra mojada, Mew dejó de hablar, aflojó las manos y respiró profundo. 

Y Gulf no hizo más que sonreír satisfecho.

Life Goes Better TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora