Epilogo

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—Harry, el mundo espera afuera— susurra en los labios del rizado, tratando de disolver la magia del sueño.

—Mmm, solo un poco más.— gruñe, aferrándose a la cintura del francés como un niño a su peluche favorito.

—¿Te convertiste en un gatito de repente? ¿O es solo tu manera de protestar?— se burla, tratando de desentrañar el misterio del gruñido.

—Sí, soy un gato, y este gato quiere quedarse en la cama un poco más.— responde con una sonrisa perezosa.

—Soldado, es hora de levantarse— insiste, con un tono que intenta ser firme pero que se desmorona en la suavidad de la mañana.

—No me gusta cuando me llamas así— susurra, con las manos descansando en la baja espalda del castaño.

—Lo siento—  susurra de vuelta —Pero lo eres, y eres valiente por eso.—

—Está bien, Lou— asiente, liberando al más pequeño de su abrazo.

—Gracias— murmura, dirigiéndose hacia el baño con pasos ligeros.

Harry gruñe levemente, acomodándose nuevamente en el cálido abrazo del colchón.

Habían pasado tres semanas desde que Louis llegó nuevamente a su vida, y cada día había estado lleno de colores nuevos. Las pesadillas que solían atormentarlo en las horas más oscuras de la noche ahora se disipaban al sentir los suaves labios de su pequeño ángel y escuchar sus dulces palabras en francés.

Pero hoy, la idea de abandonar la cama le resultaba desalentadora. Debía dirigirse a la base militar para ofrecer unas palabras a las familias de los caídos. No sería el único, todos los soldados de alto rango estarían presentes.

El peso de la responsabilidad se posaba sobre sus hombros como una losa, y aunque sabía que debía enfrentarla, su cuerpo y su mente ansiaban quedarse entre las sábanas cálidas y protectoras.

Las imágenes de aquellos que habían perdido la vida en el campo de batalla se agolpaban en su mente, rostros valientes y sacrificados que merecían más que unas simples palabras de consuelo. Sin embargo, era todo lo que podía ofrecer en ese momento, un pequeño bálsamo para corazones destrozados.

A regañadientes, Harry se obligó a separarse de la tentación de la cama y se levantó con pesadez. El suelo frío bajo sus pies desnudos lo devolvía a la realidad, recordándole el deber que lo esperaba fuera de esas cuatro paredes.

Se vistió con uniforme militar, cada prenda una armadura que lo conectaba con su deber y su honor. El reflejo en el espejo le devolvió la imagen de un hombre que luchaba no solo en el campo de batalla, sino también consigo mismo, con sus miedos y sus dudas.

Louis salió del baño, fresco y radiante como siempre, y sus ojos encontraron los de Harry, leyendo el conflicto que se libraba dentro de él. Sin decir una palabra, se acercó y lo abrazó, ofreciéndole su apoyo silencioso pero inquebrantable.

—Va estar todo bien, ya pasaste por lo peor— susurra —Es solo una charla.—

Respiró hondo, permitiendo que la calidez del abrazo disipara las sombras de la duda que lo acosaban.

—Gracias, Lou —murmuró, encontrando consuelo en la certeza de que no estaba solo en esa batalla interna. —Solo necesito que estés a mi lado—

—¿Sabes que no podré ir contigo, verdad?— cuestiona —No pueden verme allí, van a sospechar y me van a mandar a la cárcel.—

Harry asintió con pesar, reconociendo la amarga verdad en las palabras de Louis. Sabía que la presencia del francés en la base militar sería un riesgo demasiado grande, una vulnerabilidad que no podían permitirse.

—Lo sé, Lou —respondió con resignación—. Pero aún así, tu apoyo desde la distancia significa todo para mí. Me parece una tontería no dejar que un hombre se enamore de otro, como si amar fuera el peor delito.—

Louis lo miró con una mezcla de tristeza y determinación, sus ojos reflejando la injusticia que ambos enfrentaban.

—Estaré contigo en espíritu, Harry. Siempre lo estaré. Y en cuanto puedas regresar a casa, estaré aquí esperándote.—

Con un abrazo lleno de complicidad y amor, se despidieron, conscientes de que, aunque separados por circunstancias adversas, su conexión seguiría siendo su mayor fortaleza en tiempos difíciles.

—Te amo— susurro en los labios del rizado —Je t'aimerai toujours, avec chaque étoile et brise marine, dans mon cœur je te porterai.

—Siempre te amaré, con cada estrella y brisa del mar, en mi corazón te llevaré.— respondió de igual manera, sellando su amor con palabras que trascendían cualquier distancia física.

Beautiful DisasterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora