Mi oscurida, mi luz

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Siempre quise tener, pero aprendí a perder. Aquel deseo siempre estuvo allí, como un faro en la distancia, aunque su luz se estaba apagando lentamente

Soñaba con sostener, pero tuve que aprender a soltar. Maduré en la adversidad, mi corazón se endureció con cada pérdida.

Pero no todo estaba perdido, aún había una esperanza. El fuego en mi corazón aún ardía, aunque era sólo una pequeña chispa

Los recuerdos eran mi combustible, me mantenían vivo. Las cenizas de mi pasado eran el lecho en el que yacía mi presente, y mi futuro aún estaba por escribirse.

Me aconstumbré a vivir sobre mi hoguera, a vivir con mis trozos, a sobrevivir en este pozo. La oscuridad se había convertido en mi compañera, nunca me dejaba sola.

Y fue en ese momento, cuando me encontraba en el umbral del abismo, cuando me rendí a la oscuridad y me entregué a mi muerte.

En la oscuridad encontré la luz. Una luz que no se encontraba en terceros, sino en mí. Una luz que brillaba desde lo más profundo de mi ser

Aprendí a abrazar la oscuridad, a aceptarla como parte de mí. No luchaba contra ella, sino que la hacía mía

La soledad se convirtió en mi maestra, mi guía. Ella me enseñó que la felicidad no sólo debe de estar en terceros, sino en uno mismo

Con el tiempo, empecé a entender lo que realmente significaba ser feliz. No era tenerlo todo, sino apreciar lo que se tiene.

Comprendí que la felicidad no era un destino, sino un viaje. Un viaje que decidí emprender por mi cuenta, sin depender de nadie más.

En mi viaje, encontré algo más valioso que cualquier tesoro. Encontré la paz. Una paz que emanaba de la aceptación de mi propio ser

paz se convirtió en mi constante, mi norte. Me ayudó a seguir adelante, a pesar de las dificultades. Me ayudó a encontrar la fortaleza dentro de mí.
La paz se convirtió en mi constante, mi norte. Me ayudó a seguir adelante, a pesar de las dificultades. Me ayudó a encontrar la fortaleza dentro de mí.

Aprendí que la felicidad no está en tener, sino en ser. No en poseer, sino en dar. No en obtener, sino en compartir

Aprendí a apreciar los pequeños momentos de alegría, los pequeños actos de bondad, las pequeñas victorias. Cada uno de ellos era una chispa que mantenía viva mi luz interior
aunque a veces la tristeza volvía a visitarme, ya no la veía como mi enemiga, sino como una vieja amiga. Una amiga que me recordaba lo valioso que es sentir, lo maravilloso que es vivir.

Ahora, no temo a la oscuridad. La abrazo, la acepto. Porque sé que sin ella, no podría apreciar la luz. Sin ella, no podría apreciar la vida

así, aunque aún tengo mucho que aprender, he encontrado mi camino. Un camino que me lleva a través de la oscuridad, hacia la luz. Un camino que me lleva hacia mí mismo

La soledad ya no es mi enemiga, sino mi aliada. No es un castigo, sino una oportunidad. Una oportunidad para conocerme mejor, para crecer, para buscar mi propia felicidad

Ahora, estoy dispuesto a enfrentar cualquier desafío, cualquier adversidad. Porque sé que la verdadera fuerza reside en mi interior, y la luz que brilla en mi corazón nunca se apagará

No busco la felicidad en terceros, sino en mí. No necesito la aprobación de los demás para ser feliz, sólo la mía. Porque la felicidad no es un regalo que se recibe, sino una elección que se hace.

Me he liberado de las cadenas que me ataban al pasado, a los fracasos, a las penas. He dejado ir lo que era y abrazado lo que soy. He aprendido a amarme, a valorarme, a respetarme

La oscuridad ya no me asusta, ni me intimida. No es una amenaza, sino una promesa. Una promesa de que siempre habrá luz al final del túnel, siempre habrá esperanza

En la soledad encontré mi verdadero yo. Encontré mi luz, mi fuerza, mi paz. Encontré mi felicidad. Y aunque el camino ha sido largo y difícil, he aprendido a disfrutarlo

He aprendido a abrazar la oscuridad, a aceptarla, a respetarla. He aprendido a encontrar la luz en la oscuridad, la felicidad en la soledad, la paz en mí mismo

Y aunque la oscuridad pueda parecer aterradora al principio, sé que no es más que una parte de la vida. Una parte que me permite apreciar la luz, la alegría, la belleza que hay en el mundo

Ahora, estoy listo para enfrentar cualquier desafío, cualquier adversidad. No porque sea fuerte o valiente, sino porque sigo adelante, porque sigo luchando, porque sigo viviendo

Y aunque la vida puede ser dura a veces, sé que siempre hay esperanza. Siempre hay una luz al final del túnel, siempre hay un camino hacia la felicidad. Y ese camino, ese camino hacia la felicidad, comienza en mí

Desde aquel entonces, el camino ha sido largo y tortuoso, pero cada paso me ha llevado más cerca de mí mismo. Cada paso me ha enseñado algo nuevo, me ha hecho más fuerte, me ha hecho más feliz.

Por tanto, a pesar de todo, a pesar de la oscuridad y la soledad, a pesar del dolor y la tristeza, estoy agradecido. Agradecido por la vida, por la luz, por la felicidad. Agradecido por ser yo

Y así, continuo mi viaje, con la certeza de que donde quiera que vaya, llevaré conmigo mi luz, mi fuerza, mi felicidad. Porque la felicidad no está en tener, sino en ser. En ser uno mismo, en ser auténtico, en ser libre.

Así es como encontré la felicidad en la soledad, la luz en la oscuridad, la paz en el caos. Así es como encontré mi camino, mi propósito, mi verdadero yo. Así es como aprendí a amarme, a respetarme, a valorarme

Y aunque aún tengo mucho que aprender, estoy listo para el viaje. Estoy listo para enfrentar cualquier desafío, cualquier adversidad. Estoy listo para ser feliz, para ser yo. Estoy listo para vivir

Ahora, no temo a la oscuridad. La abrazo, la acepto. Porque sé que sin ella, no podría apreciar la luz. Sin ella, no podría apreciar la vida. Sin ella, no sería quien soy hoy

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