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El cielo estaba cubierto por grandes nubes oscuras de las que caían gotas de agua sin parar. Hacía mucho viento, las calles estaban encharcadas y había poca gente en ellas.
Un chico de cabello negro y ojos azul menta estaba tumbado en su cama, hablando con su novio por el móvil. Estaba solo en su casa; su padre estaba en el trabajo y su madre en casa de una amiga junto a su hermano gemelo mayor. Le gustaba estar solo y tranquilo de vez en cuando, pero también le agradaba la compañía de sus seres queridos. Había planeado una cita con su novio, con quien estaba hablando ahora mismo, pero por culpa de la lluvia la había cancelado.
—Qué pena que empezara a llover, tenía muchas ganas de verte... y ya me había preparado —decía el azabache con lástima, sentado en la cama abrazando sus rodillas.
—Yo también... ya tenía el almuerzo preparado. Ahora se me va a hacer muy soso y vacío no poder compartirlo contigo —añadía también el peliburdeos, haciendo un mini puchero, hasta que una idea se le vino a la mente—. ¿Te parecería bien que tuviéramos nuestra cita en tu casa? —preguntó con determinación.
—¿Eh..? ¿De verdad? No sé, Tanjiro, está lloviendo... no me gustaría que te resfríes... —dudaba, mirando hacia la ventana—. No hace falta que te molestes, podemos posponerla para otro día...
—Sí, pero yo quiero verte ahora, como teníamos planeado. Estaré en unos 5 minutos, ¿ok? —mencionó el peliburdeos de manera animada, colgando la llamada, dejando al azabache algo confundido y sorprendido.
En realidad, estaba algo feliz por esto. Quería que viniera, pero no quería que enfermara y faltara a clases, y así no poder verlo durante un largo tiempo en el instituto. Pero sabía que, dijera lo que dijera, igual vendría, así que solo le tocó esperar.
Unos minutos después, sonaron unos golpes en la puerta y el azabache se levantó para abrirla, pensando que era Tanjiro. Y efectivamente, era Tanjiro con un paraguas y un bento en su mano, envuelto en una tela rosada.
—Pasa, rápido, no quiero que te resfríes... —dijo el azabache, agarrando su paraguas y dejándolo en una esquina para que se secara—. ¿Quieres que te traiga ropa más cómoda?
—Sí, por favor... —mencionó el peliburdeos, dejando el bento en una mesilla al lado para poder colgar su abrigo y quitarse los zapatos—. ¿Qué te apetece hacer? ¿Te gustaría que viéramos una película? La que quieras. Yo solo quiero estar a tu lado hoy... y la lluvia no me lo iba a impedir, jeje.
—Eh... si quieres, podríamos tumbarnos en el sofá y ver The Big Bang Theory, adoro esa serie —dijo mientras le entregaba ropa cómoda y calentita que recién había cogido de su armario.
—Oh... ¿más que a mí? —añadió con un tono juguetón antes de irse al baño a cambiarse.
Después de cambiarse, ambos se acurrucaron en el sofá. Tanjiro peinaba el cabello del azabache y a la vez lo acariciaba suavemente; le gustaba mucho el tacto, la suavidad y el olor que este tenía. Era sencillamente uno de sus encantos. Mientras tanto, Muichiro estaba comiendo el bento que el peliburdeos le había traído y a veces también le daba de comer a Tanjiro de manera cariñosa. Amaban pasar momentos así de sencillos juntos. Aunque no era lo que habían planeado, igual disfrutaban y apreciaban la compañía y el cariño del otro.
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