Cuando el silencio grita

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Lisa

Una de las cosas que Lisa mas amaba de su trabajo, era cuando podía salir con Nahuel. Sabía que era incorrecto y que nada iba a sacar esperando algo que evidentemente no iba a llegar, pero la emoción de estar solos le daba esa pequeña chispa para seguir trabajando.

Cuando había llegado al equipo como un pollito nuevo, y viendo el comportamiento misógino que tenían los hombres, tanto sus iguales como sus superiores, en la academia, pensó que se había equivocado de carrera, todo eso de ser detective y resolver casos y misterios que pensaba cuando era pequeña, había sido destruido con agua fría cuando conoció la realidad. Muchas veces, tal como había sido con ella, solo era una cara bonita que servía para las comunicaciones y dar las noticias. Que fuera menos impactante, que el horror de lo descubierto fuera apaciguado por su rostro.

Ella sabía que era vanidosa, tal cual como cualquier otra mujer, usaba cremas, se maquillaba, iba a la peluquería cuando tenía tiempo, en incluso mas de algunas había hecho alguna dieta tonta de la cual no obtuvo mayores resultados; pero jamás se consideró bonita por naturaleza, y que eso fuera un plus en su carrera no la hacía sentir satisfecha. Así que cuando llegó al equipo, esperó el mismo comportamiento de parte de los demás.

Ver a Maya la reconfortó en cierto modo, una chica linda muy inteligente, que no esperaba un espacio para hablar, y que tenía la boca tan sucia como cualquiera de sus colegas, le hizo darse cuenta que le faltaba eso, le faltaba intensidad.

No se decepcionó de Guzmán cuando comenzó a decirle que se veía mejor con jeans ajustados, de hecho, se dio cuenta de que había demorado mas de lo normal en recibir ese tipo de comentarios. Y a pesar de que lo ignoró constantemente, llegó un punto en que se cansó y el café tibio vio el camino hacia los pantalones de su colega.

Por supuesto se metió en problemas y la mandaron a clases de etica, su sorpresa solo fue grande cuando vio que Guzmán también fue enviado a clases de ética y acoso sexual. Su jefe, Nahuel, había intervenido en ello, diciendo que ambos merecían un castigo acorde a lo realizado.

Nahuel era demasiado serio, con sus cuarenta y tantos parecía mas amargado que cualquiera, podía saber ahora que era por todo el currículo de casos que cargaba a sus espaldas. Y si bien en un principio le pareció apático y algo molesto, con el tiempo se fue dando cuenta que era todo lo contrario, y de la indiferencia nació la admiración, y de la admiración sus sentimientos se elevaron un poco más.

- Está casado – le dijo un día Maya, cuando se habían quedado a solas evaluando unos emails de un caso de narcotráfico -. Felizmente casado. Sé que no lo parece, pero cuando su esposa viene, es cosa de ver su cara.

Trató de disimular. Casi si como ese comentario no fuera hacia ella. Había hecho lo imposible por tener momentos a solas con Nahuel, siempre pensando que su indiferencia y apatía nacía de todo lo que había vivido, así que saber que estaba casado no le iba arruinar sus pocos y nulos avances. No hasta que vio a su esposa llegar un día con café y donas, nada más estereotípico para ellos. Pero no para Nahuel.

No, Nahuel parecía un niño feliz con la atención. Sus ojos, normalmente sin vida, brillaban con más intensidad de la que ella había visto en su vida, incluso su tono de voz y su acercamiento a su esposa era mas suave. Lo peor, es que ni siquiera pudo odiarla, Paula era muy amable, había traído comida para todos, porque Nahuel había olvidado una cita, y a pesar de que ella se habia negado a comer cualquiera de esas cosas, excusandose de que era alérgica al gluten, siendo obviamente una mentira, Paula le envió snacks sin gluten mas tarde para ella. 

Maya tenía razón, ellos estaban felizmente casados, mas de lo que había visto en otras parejas o matrimonios. 

Cuando fueron por una barbacoa a casa de Nahuel, Paula fue muy atenta con ellos, les sirvió comida, postres y bebidas, recordando incluso que ella era alérgica.