Inicio

6 0 0
                                    

Sus vacíos ojos reposaron en el cuerpo delante suyo, la chica aún no despertaba de su profundo sueño, aún así, probablemente lo haría en unos cuantos minutos, dudaba que la dosis que le había dado hubiese sido demasiado intensa, después de todo era una droga que ya había probado en otras víctimas.

Se levantó, entonces, lentamente, dándole una mirada de nuevo a la inconsciente, bien atada a la silla, y al darse cuenta que no parecía tener planes de despertarse aún, caminó hacia las escaleras, subiendo con la tranquilidad y naturalidad que solo encuentras en una asesina.

La puerta estaba cerrada con distintos candados, porque evidentemente no se arriesgaría a la mínima posibilidad de escape.
Se dirigió hacia el almacén, en busca de algo para comer y un poco de agua. Bebió y se refrescó, sin mucho más que hacer, caminó tarareando con una satisfecha sonrisa en su rostro, celebrándose internamente un día más en el que las cosas le salían de manera perfecta, hizo un recorrido por el lugar, arreglando algunas cosas, moviendo otras, alistando sus recursos, afilando sus 'utensilios', comiendo una barra integral, nada nuevo.

Ya terminada su barra, y efectivamente afilada su espada, bajó al sótano nuevamente. Cuando abrió la puerta, pudo darse cuenta inmediatamente de que su nueva invitada ya había despertado, le miró directamente a los ojos, mientras se dedicaba a tomarse su dulce tiempo bajando, una sonrisa especialmente condescendiente haciéndose presente en sus rojos labios.

Ojos vacíos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora