Cap. 4 : Echoes

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Y nos vimos tenuemente, como niebla en nuestros ojos y nieve en nuestras espinas dorsales. 

Eran las puertas de esos aposentos de desesperación como guardianas de muerte, pesadas y odiosas chirriaron con espanto como un gemido como una llamada de dolor y tormento.

Hana y yo entramos, ella pálida y ansiosa, asustada y sobria ante la situación, su respiración delataba su angustia, yo era atento y no me exaltaba solo me preocupaba por su seguridad. Rápidamente los otros chicos desaparecieron en las sombras tragados como por el infierno que no brilla por el fuego del sufrimiento; aun peor guardaba silencio y ocultaba sus intenciones retorcidas.

Ella y yo caminamos precavidos, ambos asustados, yo me sentía perturbado por el ambiente y mas aun por mi ultima esperanza. . .  

Como si fuera nuestra imaginación nuestras cabezas vibraron con dolor y agonía se resumían el chirrido en nuestros odios, hurtados hasta lo hondo de nuestra razón, como una televisión con interferencia se bañaron de odio y desprecio por nuestra sensibilidad, Hana, ella caída y refutaba por querer regresar pero no decía una palabra, la lleve con dolor y ella también no podía hacer mucho por que no alcanzaba a tolerar, voces gritaron desde el mismo origen del dolor gritaban, lloraban y agonizaban, exclamaban cosas incomprensibles, balbuceos incluso escaparon de las paredes secas y muertas.

- Ka.. !Kaiden VAMONOS POR FAVOR¡ . . .  me duele... - Hana gritaba y me reclamaba explicaciones, pero es que no existían . . . 

Empezaron a gritar pitidos, como el de un radar de un submarino, casuales iban y venían, pero por los pasadizos y luego escaleras que subían incrementaban su furia, cada vez mas elocuentes.

- !KAIDEN¡. . . KA... - Mi mente bloquea todo lo que entra en mis adoloridos sentidos ya no puedo y creo que me desplomo a morir una vez mas, pero sigo.

-KAI. . . KA.. i . . . den- Su voz se apaga en muerte y la mía caída en desesperación, mis fuerzas como un fuego reviven con furia por su dolor, yo la quería y estaba muriendo, poco a poco yo también empezaría a morir.


Parte 2 : Bosque de ecos

* canción para la compañía, aconsejable saltar asta el minuto 11: 10 *

Todos callan y todos los ruidos mueren (antes que yo y Hana), el edificio también estaba muerto . . . 

Estábamos ahora en un bosque... de tonos morados, extraños sonidos susurraban los arboles y extrañas sensaciones calentaban mi sangre. Hana estaba totalmente fuera del pensamiento y yo casi volaba en la caída de mi cuerpo que estaba en pedazos como lo sentía y como se vivía, los arboles dejaron de susurrar y empezaron a gritar como escupiendo blasfemias y aberraciones sin decirlas ni expresarlas con palabra ni verbos. Hana no respondía. Cuando las esquinas de mis ojos lloraron las luces tenues de una puerta roja fuego, poco a poco se apagaba se volvía hielo muerto, ahora los arboles sollozaban poco a poco mas mientras esa puerta se apagaba sin piedad ni paciencia. Yo corrí, no sabia por que, y no sabia a donde me llevaría, la puerta estaba sola entre las hierbas magentas que la empezaban a devorar poco a poco, yo corrí como pusiese con Hana en mis hombros apoyada y con dolor, corrí sin respirar porque casi no podía hacerlo mas y corrí con los ojos casi cerrados pegados contra los cabellos apagados de Hana, ella me preocupaba pero tenia que hacerlo por los dos, éramos uno solo, éramos solo un pensamiento luchando una muerte, mis piernas no respondían al dolor y mis pies volaban en las tierras ahora pigmentadas poco a pocos por grises sombríos como las nubes de mi ventaba, no quería pensar, no quería desfallecerme, no caer, no por ella. La misma puerta cerraba sus ojos y se pudría con un todo de perversa oscuridad, ahora la luz mas tenue y opaca llegando a ser plomiza y sucia, como las nubes de mi ventana, el fuego dejaba de brillar, solo ardía incandescente pero no daban luces, no me daban esperanza, sus llamas dejan de ser amarillos vivos a naranjas tenues, como el atardecer en sus ojos,  pero seguí sin piedad, los arboles a mi alrededor de caían a pedazos con sus hojas volando por todo el firmamento, que no me percate que era tan oscuro como el infierno silencioso, Hana casi no respiraba y si lo lograba lo concretaba con esfuerzo y dolor en el pecho, mis ojos humedecieron con lagrimas enormes que besaban mis mejillas caían por mi mentón  y llegaban a los ojos de Hana, ella no respondía, su corazón casi ya no existía en mi temor a su abandono, pero es que casi no lo sentía, incluso pudo ser mi mente engañando mis sentidos dándome esperanza que no existían. Estaba a tres metros de esa puerta, no tenia paredes solo estaba allí en medio de todo el caos de lluvia de hojas podridas que volaban vacilando de un lado al suelo, esa puerta ya no roja con fuego, ahora mas rara aún, ya estaba a un metro de esa dichosa ultimo aliento, y terremotos enormes empezaron a llenar todo el lugar todo la tierra nos vilipendio a mi y a Hana; quería que muriésemos aquí y lo sabia. El cielo se lleno de una ira inconcebible que lo llevo a  esplender de rojo chillón y parpadeaba intercalando su tonalidad sin cesar, todo el antiguo panorama anterior estaba en el olvido en un recuerdo trágico ya no era un bosque solitario, acogedor y melancólico, ahora resplandecía entre el odio del cielo que esculpía sus colores con aborrecía, ahora los arboles eran pedazos irreconocibles llameantes polvosos, y la hierba seca no viviría un atardecer mas. Lo ultimo como que jamás olvidare era el ultimo salto con ella, tan frágil y solitaria en su coma, un salto que nos llevo a esa puerta fuera del infierno que grita.

Parte 3: Sigue Brillando, por favor . . .

Caímos por algunos segundos, en el aire frio y húmedo; y el cielo ahora sí era celeste brillante y resplandeciente. No se separe un solo segundo de el cuerpo de Hana, pero es que la presión del aire y el empuje de la gravedad nos llevo a separarnos, la necesitaba mas que nada, caímos sobre incontables capas de nieve y en frio entro cono un relámpago desesperado por nuestras pieles.

Cuando abrí los ojos y recupere parte de mi conciencia y mi razón, inútilmente me puse de pie, ella no estaba a mi lado. . . Lagrimas amargas eran lo único que mi corazón quería dejar salir, pero eso fue lo único que hizo, me desesperé y llore mientras corría de un lado al otro, sabia su condición y sabia que no tendría mucho tiempo de esperanza, corrí y corrí casi sin pensar pero eso no me serviría de nada, uno de mis pies tropezó con una hendidura de nieve entre las protuberancias del panorama, caí sin piedad, rodé por una pequeña grieta forrada de nieve por sus paredes, mis lagrimas terminaban de congelarse cuando mi abrigo se desabrocho por los golpes y voló por unos escasos centímetros, las ventiscas heladas ayudaron a su despegue, cae y cuando abrí los ojos . . .

Era ella...

Su rostro, y nuestras narices chocaron con ternura nuestras frentes compartieron su calor y nuestros labios no hablaron, no podrían hacerlo, sus ojos cerrados y con sus pestañas como cortinas delicadas y blanqueadas por la nieve me gritaban sin hablar, mi chaqueta callo de las escasas pulgadas que nos separaban y nos cubrió. . . ella ya estaba conmigo y era todo lo que necesitaba mi piel, mi alma y mis manos.

Tome su nuca con ambas manos, la cubrí con cuidado, la tape con mi abrigo la abrigue con mi presencia y caí en un sueño dulce, porque en corazón de mi esperanza palpitaba haciendo resonar su presencia en las esquinas de mi mente, podía oírlos, cada uno de ellos era bello y mas ahora que se que significan.

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⏰ Last updated: Sep 21, 2023 ⏰

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La AnomalíaWhere stories live. Discover now