XXVII

83 3 0
                                    


A veces no quiero despertar... Sin embargo, debo hacerlo. Me cepillo los dientes con una pereza, ¡es que podría ser ese animal! Luego me dirijo al trabajo y odio aún más la vida, aunque en el fondo, agradezco los beneficios económicos que me da. Sí; puedo comprar "lo elemental", pero no me puedo enfermar. Eso es muy caro.

Hay días donde me pregunto, ¿y si renunció? Entonces entro en un colapso nervioso imaginando mi vida en la extrema pobreza, viviendo de una pensión mal pagada, no daré detalles ¡Es que la gente se espanta! (risas). ¡Ah! Quiero mencionar las noches... wow, las noches ¡¡¡Son pletóricas!!! (ataque de pánico) dejo de respirar, no siento mis piernas y no quiero mencionar el corazón; es que podría sufrir ahora mismo de un infarto.

El martes 13 de marzo averigüe sobre el club de los 27; se trata de una expresión utilizada para referirse a los artistas que fallecieron a esa edad, me lleve una grata sorpresa... yo tengo 27 años (triste). Si el corazón no me funcionaba... ahora menos; diría mi abuela: "No me rompas las pelotas, chica". Desde ese día no respondí el teléfono por cinco días, fueron catastróficos; reviví los traumas más dolorosos de mi infancia, adolescencia y adultez.

Al cuarto día entré en un estado catatónico, no me movía, mi mente se imagina a mi familia diciendo: "la niña lo hizo", "hay que comprarles las medicinas o casarla", "ella lo que necesita es un hombre", "no, no, mejor un hijo, así tendrá por quien luchar". No sé por qué, pero cuando oí a mi madre decir que necesitaba un hijo, reaccioné de inmediato, corrí a buscar el celular, lo encendí no tenía ningún mensaje de mi familia o bueno sí, no quiero ser dramática.

Decía: "te hemos llamado, pero no respondes. Debes estar ocupada. Dios te bendiga". Lo que no saben ellos es que quisiera estar realmente ocupada (ironía). Mi agenda me recuerda que llevo una vida ajetreada, no obstante, no lo tengo a conciencia plena, sólo es una distracción para mi agonía.

Mi cuerpo tiene la capacidad de engañar y mi mente puede fingir una atención inmensurable. Es decir, para el mundo sí estoy ocupadísima y en plena facultad... No me quiero desviar de mi relato. Llega el quinto día. Apestaba. Tenía cinco días sin bañarme, no puedo olvidar en "mi escena" la falta de aseo. Bien, decidí bañarme, cuando el agua corría por mi cuerpo sentía que me depuraba... Al terminar la ducha, me vestí, salí al parque a llamar a mi papá. Le dije que no le había respondido por todas mis ocupaciones, él con voz insegura me dijo: "Sí, claro. ¿Estás durmiendo?", (profundo silencio) me arme de valor para responder la pregunta más importante del día con un rotundo ¡sí! de forma táctica me despedí, le dije lo mucho que lo amaba.

Regresé a casa... me tomé varios ansiolíticos, caí en la cama, era una pereza... sentí como mi alma pasó por varias galaxias y se encontraba con otras, luego caí en una playa donde me perseguían perros negros, después estaba en un pasto hermoso donde un tigre se me acercaba a abrazarme; por último llegué al cielo, me esperaba la silueta de un ser inhumano con una túnica blanca sin rostro que me abrazaba fuertemente, susurrando a mi oído: "tranquila", me soltó, me mostró la tierra diciéndome contundentemente: "no es tu tiempo". Cuando abrí mis ojos estaba en una cama de hospital, mi padre me sujetaba la mano. Entendí que estaba viva, seguía la fluidez del agua y el viento. 

XXVIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora