3. Culpable.

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Las preguntas sobre lo que en realidad había ocurrido carcomían mi mente con el pasar de los días tras las rejas; siendo la incertidumbre y el desasosiego mis más fieles compañeros en cada maldito segundo atrapado en ese lugar.

Porque si. Fui llevado a prisión de una manera en la que yo tampoco lograba entender.

Si bien, solamente llevaba tres días en prisión, cada décima de segundo me parecía transcurrir en una eternidad.

Mi mente se negaba a aceptar que esta fuera la realidad en la que me encontraba.

En la soledad de la fría celda, me hallaba a mi mismo cerrando los ojos con toda la fuerza posible y despertar de aquel tormento.

Y no ocurría nada...

Estaba como ahora, mirando a través de las rejas la poca iluminación del día que el tragaluz me concedía.

La cobardía de mi consciencia no era capaz de permitirme sucumbir al cansancio, porque el sentimiento de frustración era el que se alzaba imponente ante todas las demás.

Permanecí en la misma posición, sentado con la espalda recargada en la pared y la mirada fija hacia el frente; sentí mi cuerpo entumecido aún sin moverme ni un solo centímetro. Los golpes que había recibido en mi rostro y otras partes de mi cuerpo parecían no emerger a mis sentidos en esos momentos.

Las imágenes de Taehyung desangrandose en el piso se repetían como un bucle que martirizaba a mi consciencia.

Y maldecía mi suerte, mi destino, el jodido rumbo al que se había dirigido mi realidad. Porque quien debió recibir ese disparo era yo, no él.

¿Mi hijo?, ¿cómo estarían él y mi hijo?, pensar en eso me ocasionó una opresión dolorosa en el pecho. Tiré con fuerza de mi cabello en una expresión de desesperación, la incertidumbre de no saber de su paradero era el sentimiento más oscuro que experimentaba en toda mi vida.

Muy en el fondo, mi consciencia albergaba la pequeña esperanza de que ellos estuvieran bien. Es decir, no pudo ocurrir nada malo tan rápido, no eso no. La herida se visualizaba grave, pero no imposible de sanar...

Ese pensamiento me mantenía medianamente cuerdo, que Taehyung se hubiese salvado, él era fuerte, él podía lograrlo.

Respiré profundo, llenando mis pulmones con aire y dándome ánimos internamente.

Mi último recuerdo era ver a Sungjae aparecer en mi hogar, argumentando ir de visita a nuestro hogar; por supuesto, al igual que yo, se mostró aterrado, horrorizado y preocupado por la salud de Tae; fue un gran impacto para él presenciar a su único hermano, inconsciente y con una herida de bala sangrienta en el pecho a media sala de nuestra residencia.

Navegando por el mar de mis remordimientos, mi parte más racional me decía que Sungjae había utilizado la situación para deshacerse de mí, puesto que, por su causa había sido llevado a prisión; al momento en que Taehyung era trasladado al hospital.

Por lo mismo, en cada oportunidad gritaba con rabia a los custodios sobre mi inocencia, porque lo que más necesitaba era salir de ese encierro...

Y recibía la misma respuesta; silencio y en algunas ocasiones, palabras de desprecio hacia mi persona.

¿Cómo podían siquiera imaginar que yo le haría daño al único ser que he amado en mi existencia?

Sungjae, supo manipular muy bien la situación, dejándome en el lugar que quería.

Me puse de pie y caminé hacia las rejas apretando con mis manos las frías y oxidadas barras de fierro, observé hacia los lados a alguien a quien yo pudiera hablar pero el lugar estaba vacío.

Destino Inesperado ~Kookmin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora