Blasfemia

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La poesía se consume en cantidades exhorbitantes y en porciones pequeñas.
W. Bocanegra


I.
El pozo mira hacia mi fondo
no hay cuerdas, sino palas
Sonrío y bailo sin espectadores
Todos veneran mi ocaso
Al fin y al cabo
Espero pronto por tu paso.


II.
Así, una sombra me ha cegado
apagada su mirada
me iluminaría.
Sin alas volamos
Sin pies aterrizamos
Sin lágrimas lloramos
y sin amor nos abrazamos.
Volé hasta el fondo de su abismo
Me arrastré hasta su núcleo
quemándome
de frío.

III.
Aquí hay un laberinto y
a su entrada hay un letrero que dice:
"muerte",
y a la salida, uno que dice:
"vida"...

IV.
No tengo absolutamente nada que ofrecerle al mundo;
Excepto un juego de letras, que absurdamente
no dicen nada
Forman y deforman almas, mismas que no se sienten;
Rara vez comprendo, siempre siento
Desde muy lejos, la muerte me saluda o
nos saluda
A mí, me sonríe, me saborea
Sí, pero hay una enorme diferencia:
A ella no le late el corazón.

V.
Cuando uno corre espera llegar lejos
A cortos pasos, uno se entierra
Entre maleza disfrazada de abrazos
Los pasos, después son saltos
De ahogado, extendiendo los brazos
Alcanzan a salir tocando el sol
Las manos se queman y dejan marcas
No son pasos: son arañazos.

VI.
No amo al pozo, sino al fondo
La oscuridad de mis ojos y la del día
La conexión de dos galaxias y no,
la explosión de ellas.
Un beso parece fácil,
el problema es volver a darlo
Esa explosión es fácil,
encontrar la galaxia es lo difícil.

VII.
El abrir y cerrar de ojos,
la luz y la oscuridad,
la tierra y el mar
el fuego y el viento,
el ruido y el silencio
todos tan opuestos
como nuestros pensamientos
y también los besos,
como el ritmo de los latidos
todos tan opuestos:
en ambos estamos vivos
y también muertos.

VIII.
Amo cada segundo de que mis ojos han postrado en el campo de batalla.
Cada cicatriz ganada por caminar descalzo.
He aprendido que el sol congela y que los polos incendian.
Que los humanos devoran y los animales nos admiran.
Semejante del árbol, mucha sombra damos
sin embargo; el astro: la espalda nos ha quemado.

IX.
¿Será que todos a nuestros propios
ojos somos incomprendidos?
¿O sólo nosotros mismos no nos queremos comprender?
¿Será que somos soles un día tras otro?
¿O que muchas otras somos lunas?
¿Tiene caso terminar en un suspiro y comenzar en otros?
¿Tanto cuesta entender la lluvia para terminar dentro de un charco?
¿Tanto descifrar palabras para notar que todo hocico apesta?

X.
Cada grito de pasión
Es un latido del corazón
Un parpadeo del sol
Y una palada cavando el hoyo
Donde quedará el recuerdo
De mi razón...

XI.
El tiempo olvida sin borrar
deja rastros y sonrisas, deja muerte
y alegría.
Tu rostro está ausente pero no
inerte.
He quedado ciego, pero mis ojos
aún te miran.
Ahora ya estoy muerto pero tu imagen
sigue viva.
No sé si me soslayes o de plano
ya me mates.
Ese tiempo es inmarcesible, y también;
espero que tus ojos,
aún me miren.


XII.
A veces, me pregunto qué dice un suspiro
No me dice nada, sólo me ata y me lanza.
A veces, suelto una que otra lagrima
Tampoco me habla, únicamente me sacude.
A veces, me carcajeo de mi pasado
Mientras sangro por las heridas.
A veces, el futuro me habla desde la tierra
Apenado y con palabras yertas.
A veces, rompo el silencio escribiendo
Pero ignorado y sin entendimiento quedo.
A veces, eglógico me siento
Sin embargo, soy otro de esos muertos.
A veces, entierro cadáveres
Con una foto mía en la frente.


XIII.
Muchos capullos cambian sin metanoia.
Sus curvas no te llevan, te lanzan del camino, el lodazal es una arena movediza. Nos atrapa en un nirvana inverso. Las caricias ya no existen, ¿qué son las caricias?; sí, cuchillos, lijas y acusaciones.
Lo mejor sería irse, o nunca haber existido, ¿existimos realmente?, ¿alguna vez lo hicimos?, ¿alguna vez hablamos?, tal vez...
El aire apesta a filofobia, y se entiende. El beso sigue siendo indeleble. Mientras siga suspirando, seguiré vivo, como flor de tumba, contrastando no la muerte: sino la vida. Aquel que verdaderamente llore, abrazará, el que no, degollará. El orbe es el gran epitafio de la humanidad, el que no habla de muertos, sino de vivos. La paz no se acuerda, se busca entre la tierra, esa de la que únicamente nace estiércol.
Vivan los que ya no están, sonrían desde su sitio, búrlense de los que aquí seguimos, de los que pensamos que el amanecer viene yerto de ilusiones.
Déjenme escribir, déjenme morir pensando que al menos: este poema no se convertirá en veneno.


XIV.
Extraño ese estado tétrico y sentimental con que mi otro yo juega.
Me abstrae, me reduce, me seduce.
A veces grita, otras; charlamos con la mirada.
Trata de incomodar removiendo la maleza, toma el agua puerca y luego me la mea.
No recuerdo algún abrazo cálido, pero sí, abrazos que quieren paralizar.
Me enseña flores... muertas, me las sirve en sopa: <<¡pruébate!>>, me exclama.
Sin embargo, en estado ojienjuto y a la vez yerto, lo llamo por mi nombre, siempre termina llorando.


XV.
El viento siempre golpea, susurra, tira hojas.
Los pájaros cantan, pero también mienten.
Ni el viento ni los pájaros, pudrirán la raíz del roble fuerte.
Y ambos posados sobre él, esperan al sol resplandeciente.


XVI.
Deseo vivir en el deseo, el irreal;
en donde cerrar los ojos comience la
undosa y verdadera vida,
con demonios y ángeles,
donde nadie sea mendaz
y que sólo se trate de volar.


XVII.
Mientras miro la senda, me pregunto como es que un pollo revienta el cascarón, ¡claro!, la falta de consciencia y el instinto lo obligan a hacerlo, pero, ¿acaso el ser humano hace lo mismo?, tal vez... el pollo sin poder decidir que hacer, termina siendo la consciencia del humano, ambos nacemos, ambos comemos, uno se come para vivir, el otro, se come para intentar existir.



XVIII.
El día de hoy, anuncio que moriré
El día que muera, demostraré que
Viviré.



XIX.
He estado postrado en el infierno
e intentado caminar por el cielo
soy impertérrito a todo lo que veo
y lo único que siento es eco.


XX.
Una vez asistí a una sala de lectura
No comprendía el entorno
Pues había niebla y penumbra
No escuché opiniones, pero sí sollozos
Entonces me di cuenta
Que se debería devorar libros
Sino personas.



XXI.
Mis lágrimas colisionando con las de las nubes
formando mares de los cuales no puedo salir
ni hundirme
atrapado, esas nubes me contemplan
ya no lloran, ríen eglógicamente
y yo, insurrecto; tiro brazadas pero no hay agua
solo al viento que, sardónico me revolotea
hasta hacerme polvo.



XXII.
He pensado en la geografía natural como el veneno de los ojos.
Y, combinados con zumos de palabras, alaridos y delirios, son el cóctel de la vida.
Unas dulces, otras agrias y otras podridas.



XXIII.
Ayer estuve, hoy ya no...
Sin embargo, el reflejo, me dice que allí estoy
Mirando el futuro, mirando el interior
El que a mis propios ojos, ya se calcinó.



XXIV.
Como materia inerte, has comenzado a verte.
Como materia viva, has comenzado a verme.
Ambas cosas, darán frutos y se van a transformar, también van a clamar,
y, como consciencia, se querrán separar.



XXV.
Hoy, quiero anunciar el retiro de mis pensamientos, comenzaré a enterrarlos para ver si germinan, y si no, estarán ahí como hojas secas. El camino mostrarán, al pisarlas, los ruidos te molestarán. Supongo que allí se quedaran, entre la tierra, rocas y gusanos, ¡sí!, esos mismos que te van a devorar, como lo hicieron conmigo y con los demás. No pasa nada, pues otras semillas surgirán. Tal vez, verdes brotarán, pero hay alguna posibilidad, de que tú, ciego serás.

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⏰ Última actualización: Sep 10, 2023 ⏰

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